Marcada por el simbolismo, la obra plasma la influencia del español Góngora y revela la profunda admiración del autor por las grandes mujeres de la liteartura universal.
por Graciana Petrone
“Cantos olvidados” es el título del libro de poemas (Ediciones Cuenta Conmigo) que el reconocido escritor Alberto Lagunas presentó recientemente. Se trata de una reedición ampliada de la obra homónima, que fuera publicada en 1999. Participaron del lanzamiento la poeta Ana María Russo y la docente y crítica literaria Inés Santa Cruz, autora del prólogo, quien dijo sobre el escritor: “Lagunas construyó un personaje que se llama Alberto Lagunas, una suerte de cronopio rosarino-nicoleño con perspicacia de matemático, corazón de poeta romántico embarcado en entroncados laberintos del barroco hispano con el simbolismo. Un ser hipersensible que vive para la literatura y aspira a un mundo justo”.
De esta manera, Santa Cruz realizó una semblanza del autor y sus obras y reseñó casi todos los trabajos que Lagunas realizó en su vasta trayectoria como cuentista, prosista y poeta: “Tiene en su haber colecciones de relatos que han sido ampliamente difundidas, como “Diario de un vidente”, el cual recibió el premio Losada 1980 por un jurado compuesto por Ana María Barrengnechea, Adolfo Bioy Casares, Beatriz Guido, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Laforte”. Y consideró que la carrera de Lagunas como escritor se consolida a partir de la década del 60, cuando importantes editoriales le publican sus primeras ediciones.
Marcado por el “simbolismo” y “la teoría del recuerdo”
Santa Cruz indicó que el fuerte de Lagunas es el simbolismo, afirmación que el autor corrobora luego, cuando él mismo confiesa su admiración, desde muy temprana edad, por Luis Góngora. Quien escribe agrega que Góngora también influyó sobre el francés Paul Verlaine, uno de los más representativos exponentes del simbolismo en la literatura universal.
Otro aspecto relevante que señaló Santa Cruz fue que Lagunas toma a la literatura como el lugar del recuerdo y que, Cantos olvidados, no es más que el tiempo ido, la memoria que fluye, el tiempo-río que no puede hacerlo porque tiene piedras en su cauce y esas piedras, son los recuerdos”.
También, expresó que la “teoría del recuerdo” es un tema recurrente y marcado en la mayoría de los escritores rosarinos: “Cuando las sociedades describen el futuro buscan recuerdos. En el siglo XIX se trató de fijar la identidad rosarina a través de recuerdos muy precisos y todas las compilaciones plasmadas son necesarias para armar una identidad. A partir de los años 70 aparece esta concepción de memoria flotante en los poetas, como algo que nunca se termina de hacer”.
De esta manera, citó a autores locales como Danna, Diz, Riestra, Uribe, Farufaldi, López de Tejada, Ibañez, entre otros, a los que consideró que utilizan la “teoría del recuerdo” en el desarrollo de sus obras poéticas.
El perfil literario de Lagunas: “una tarea temeraria”
Santa Cruz expresó que existe sobrado material para esbozar un perfil literario del autor: “Es una tarea temeraria y digo que Alberto es un ser retraído como un budista, quien quizás hubiera sido un cortesano de la corte de Luis XIV, de Luis XIII o de Catalina de Mediccis, dispuesto a desentramar intrigas”. Y destacó la profunda vehemencia que el autor de “Cantos olvidados” profesa por las mujeres influyentes, como Sor Juana Inés de la Cruz, Virginia Wolf, Silvina Ocampo y su gran amistad con Alejandra Pizarnik.
La mirada de Ana María Russo
Con una gran sensibilidad que siempre la ha caracterizado como poeta y ser humano, Ana María Russo esbozó su opinión sobre la obra de Lagunas: “Este es un bellísimo libro, escrito con amor y por amor. Escribir poema de amor es como tener una cáscara de banana delante, poder pisarla y caerse de bruces”. Y agregó que Lagunas jamás podría “caerse” porque “Cantos Olvidados” está escrito desde aquellas memorias que vuelven, irremediablemente, decantadas de tal manera que van desde la abundancia de sentimientos hasta la decantación de la decepción: “Es la tarea del poeta que pule, que limpia, que brota. Ese es el camino tan difícil de escribir poemas de amor”.
“El agua es tan blanda que nada la supera contra lo duro”
Ruso dijo que en el libro de Lagunas hay un fluir: “En este fluir hay un símbolo que es el agua, el fluir que es la creación, pero Lao-Tsé dice que “el agua es tan blanda que nada la supera contra lo duro”. “Desde allí, creo interpretar muy subjetivamente que el agua es esa poesía que va sorteando los cantos, que son el obstáculo, para llegar a la poesía, pero el agua llega y llega al poema”, finalizó.
Lagunas: “Virginia Wolf me enseñó a escribir”
El escritor Alberto Lagunas agradeció a los presentes y a la directora del sello editorial, Graciela Scialunga, por la confianza depositada en él. Comenzó una breve charla, donde manifestó su admiración por algunas de las grandes mujeres de la literatura y afirmó: “Virginia Wolf me enseñó a escribir”. También, comentó que el hecho de trabajar como redactor en el diario El Norte, de San Nicolás, desde muy temprana edad, lo ayudó a perfeccionar su redacción: “Escribiendo las noticias policiales me saqué el miedo a escribir”.
Luego, Russo leyó algunos poemas de la obra presentada, como “Cantos olvidados”, “La princesa era un río” y “John Lennon”. El encuentro finalizó con la explicación del autor sobre la elección del título del libro: “La frase está tomada de un soneto de Góngora, a quien admiro desde muy chico. En aquel soneto dice que el llanto de una mujer es capaz de enternecer un duro canto”.
De esta manera, Santa Cruz realizó una semblanza del autor y sus obras y reseñó casi todos los trabajos que Lagunas realizó en su vasta trayectoria como cuentista, prosista y poeta: “Tiene en su haber colecciones de relatos que han sido ampliamente difundidas, como “Diario de un vidente”, el cual recibió el premio Losada 1980 por un jurado compuesto por Ana María Barrengnechea, Adolfo Bioy Casares, Beatriz Guido, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Laforte”. Y consideró que la carrera de Lagunas como escritor se consolida a partir de la década del 60, cuando importantes editoriales le publican sus primeras ediciones.
Marcado por el “simbolismo” y “la teoría del recuerdo”
Santa Cruz indicó que el fuerte de Lagunas es el simbolismo, afirmación que el autor corrobora luego, cuando él mismo confiesa su admiración, desde muy temprana edad, por Luis Góngora. Quien escribe agrega que Góngora también influyó sobre el francés Paul Verlaine, uno de los más representativos exponentes del simbolismo en la literatura universal.
Otro aspecto relevante que señaló Santa Cruz fue que Lagunas toma a la literatura como el lugar del recuerdo y que, Cantos olvidados, no es más que el tiempo ido, la memoria que fluye, el tiempo-río que no puede hacerlo porque tiene piedras en su cauce y esas piedras, son los recuerdos”.
También, expresó que la “teoría del recuerdo” es un tema recurrente y marcado en la mayoría de los escritores rosarinos: “Cuando las sociedades describen el futuro buscan recuerdos. En el siglo XIX se trató de fijar la identidad rosarina a través de recuerdos muy precisos y todas las compilaciones plasmadas son necesarias para armar una identidad. A partir de los años 70 aparece esta concepción de memoria flotante en los poetas, como algo que nunca se termina de hacer”.
De esta manera, citó a autores locales como Danna, Diz, Riestra, Uribe, Farufaldi, López de Tejada, Ibañez, entre otros, a los que consideró que utilizan la “teoría del recuerdo” en el desarrollo de sus obras poéticas.
El perfil literario de Lagunas: “una tarea temeraria”
Santa Cruz expresó que existe sobrado material para esbozar un perfil literario del autor: “Es una tarea temeraria y digo que Alberto es un ser retraído como un budista, quien quizás hubiera sido un cortesano de la corte de Luis XIV, de Luis XIII o de Catalina de Mediccis, dispuesto a desentramar intrigas”. Y destacó la profunda vehemencia que el autor de “Cantos olvidados” profesa por las mujeres influyentes, como Sor Juana Inés de la Cruz, Virginia Wolf, Silvina Ocampo y su gran amistad con Alejandra Pizarnik.
La mirada de Ana María Russo
Con una gran sensibilidad que siempre la ha caracterizado como poeta y ser humano, Ana María Russo esbozó su opinión sobre la obra de Lagunas: “Este es un bellísimo libro, escrito con amor y por amor. Escribir poema de amor es como tener una cáscara de banana delante, poder pisarla y caerse de bruces”. Y agregó que Lagunas jamás podría “caerse” porque “Cantos Olvidados” está escrito desde aquellas memorias que vuelven, irremediablemente, decantadas de tal manera que van desde la abundancia de sentimientos hasta la decantación de la decepción: “Es la tarea del poeta que pule, que limpia, que brota. Ese es el camino tan difícil de escribir poemas de amor”.
“El agua es tan blanda que nada la supera contra lo duro”
Ruso dijo que en el libro de Lagunas hay un fluir: “En este fluir hay un símbolo que es el agua, el fluir que es la creación, pero Lao-Tsé dice que “el agua es tan blanda que nada la supera contra lo duro”. “Desde allí, creo interpretar muy subjetivamente que el agua es esa poesía que va sorteando los cantos, que son el obstáculo, para llegar a la poesía, pero el agua llega y llega al poema”, finalizó.
Lagunas: “Virginia Wolf me enseñó a escribir”
El escritor Alberto Lagunas agradeció a los presentes y a la directora del sello editorial, Graciela Scialunga, por la confianza depositada en él. Comenzó una breve charla, donde manifestó su admiración por algunas de las grandes mujeres de la literatura y afirmó: “Virginia Wolf me enseñó a escribir”. También, comentó que el hecho de trabajar como redactor en el diario El Norte, de San Nicolás, desde muy temprana edad, lo ayudó a perfeccionar su redacción: “Escribiendo las noticias policiales me saqué el miedo a escribir”.
Luego, Russo leyó algunos poemas de la obra presentada, como “Cantos olvidados”, “La princesa era un río” y “John Lennon”. El encuentro finalizó con la explicación del autor sobre la elección del título del libro: “La frase está tomada de un soneto de Góngora, a quien admiro desde muy chico. En aquel soneto dice que el llanto de una mujer es capaz de enternecer un duro canto”.
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