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martes, 27 de julio de 2010

EL ANGEL NEGRO, del periodista y escritor Rodolfo Palacios

raciana Petrone para
http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/7/edicion_91/contenidos/noticia_5058.html


Es la tarde del 19 de enero de 1952. El calor del verano sofoca las calles del barrio de Vicente López. En una casa del conurbano bonaerense Víctor Elías, un empleado respetado de la empresa General Motors, anota junto a las efemérides del día uno de los momentos más sublimes de su vida: “Nació mi hijo Carlos Eduardo. Es hermoso. Todos dicen que se parece a su madre”. Pero lo que ignora es que junto a su mujer Aída, acaban de traer al mundo a quien casi dos décadas más tarde se convertiría en el asesino múltiple más grande de la historia criminal del país. El periodista Rodolfo Palacios reconstruye en El Ángel Negro la vida de Carlos Eduardo Robledo Puch o El Monstruo, Gato Rojo, Hiena, Diablo con Cara de Niño (entre tantos nombres con que la prensa de la época lo llamó), quien mató a sangre fría y por la espalda a once personas entre el 15 de marzo de 1971 y el 3 de febrero de 1972.

Aquel joven de 19 años, de rostro pálido, ojos celestes y rizos dorados sobre la frente que la Justicia halló culpable de cometer más de una decena de asesinatos atroces durante una desenfrenada carrera delictiva. Dos mujeres, siete custodios de los comercios que asaltó y dos de sus cómplices y únicos amigos, Quique Ibáñez y Víctor Somoza, fueron sus víctimas. Al último, luego de acribillarlo, le desfiguró el rostro y las huellas dactilares con un soplete para que la policía no lo identificara.


Las claves
El Ángel Negro no es una biografía novelada. Desde lo técnico, es una crónica brillante que intercala diálogos intimistas y relatos. Una no ficción que profundiza sobre Robledo y ensambla los engranajes de la máquina del terror, aún antes de que se activen sus primeros movimientos diabólicos.

El libro reúne datos personales y perfiles de sus padres y abuelos, fallos judiciales, peritajes médicos, recorridos por sus antiguos hogares, hechos concretos contados por amigos de la infancia y por familiares de las víctimas, entre muchos otros elementos. Pero el eje que lo vuelve fascinante lo conforman los interminables y agotadores encuentros del periodista con el asesino en el Penal de Sierra Chica, donde hace treinta y siete años purga cadena perpetua, sin libertad condicional.

Palacios invade, observa e indaga para lograr una historia sólida con ambientes y climas exactos sin más soporte que la literatura. Asume los riesgos de la crónica, aunque no le fue fácil mantener la entereza emocional frente al Ángel de la Muerte, y después contarlo. En más de una ocasión, dice, le costó “sostenerle la mirada” o “darle la espalda a Robledo” dentro del penal. Afuera, la sombra del asesino no se quedó atrás: lo asedió durante meses enviándole cartas, lo que le ocasionó “algunos trastornos” en su vida privada.

Una conexión particular, acompañada de pequeños estados paranoicos, es la que establecieron asesino y periodista. Durante una de sus charlas, en que le preguntó en dónde viviría en caso de que la Justicia le otorgue la libertad condicional, el criminal respondió: “¡En tu casa! ¿Dónde querés que viva? Me tirás un colchoncito en el living y a otra cosa”. El delirio de persecución, entonces, no fue un hecho infundado.

Aún así, la seducción por penetrar en la mente de quien ocupó durante meses las primeras planas de la prensa argentina pesó más que cualquier otro efecto perturbador posible. Un detonador inmediato que disparó cinco años de trabajo y culminó con la reconstrucción de una historia ya contada.

“Palacios es audaz —asegura Jorge Lanata en el prólogo del libro— escribe, décadas después, sobre un personaje que Soriano instaló como una cicatriz en la memoria colectiva. Sale airoso”. Lo logra, sin dudas. Reelabora la leyenda desde la percepción de un cronista experto o “sobre todo” —como dice Martín Caparrós sobre el género— “la situación de una mirada” junto “al espesor de un buen relato”.

lunes, 26 de julio de 2010

Muestra fotográfica: "Rosario, una ciudad que se sigue fundando"

Graciana Petrone para el Fisgón Digital.Com
www.elfisgondigital.com/fsgnw/arte/nota.vsp?nid=58908

Así como el ejercicio de la evocación reafirma la presencia de los recuerdos en la memoria del hombre, el oficio del fotógrafo inmortaliza lo retratado para entregárselo al mundo. Una función histórica que acorta las distancias y hace posible que lugares, momentos u objetos sean propiedad de todos. Justamente para establecer la permanencia en el registro de los rosarinos la Fundación Diario La Capital (FDLC) presentó el libro y la muestra “Rosario, imágenes de una ciudad que se sigue fundando”. Los mismos ofrecen una mirada antigua y otra actual de los edificios más emblemáticos de la urbe local. El prólogo y los epígrafes pertenecen al poeta y periodista Alberto “Gary” Vila Ortiz, quien fue convocado especialmente por la institución para realizar el trabajo. La galería de fotos podrá visitarse desde el viernes 23 de julio hasta el 30 de agosto.

El libro fue realizado en ocasión de la celebración del Bicentenario de la Patria y constituye “una invitación al recuerdo”, dice el presidente de la FDLC, Carlos Vila. También que “hoy, a la vista de dar respuestas a un país que se sigue preguntando acerca de su posible identidad, los rosarinos contestan desde el orgullo que da el trabajo, del saber que la ciudad no es fruto de ningún milagro y que quienes le dieron su fisonomía lo hicieron con mucho esfuerzo”.

Miradas de ayer, de hoy y de siempre
Los créditos de las imágenes antiguas son propiedad del archivo del MDLC y las actuales pertenecen a Sergio Torriginio, de la sección Fotografía del diario. Ambas partes realizaron una conjunción singular que muestra el progreso urbano, como también el encantamiento que produce la inmutabilidad, con el paso de los años, de las construcciones palaciegas de siglos pasados.

Algunos de los lugares elegidos son La Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), el Palacio Fuentes, el Teatro El Círculo, el Puerto de Rosario, el Viejo Mercado Central y hasta el registro del actual Puente Rosario Victoria, al que acompaña una imagen anterior a su construcción. Cada sitio retratado conduce inevitablemente a la evocación.

El Paraná, un dios indomable
“El Paraná es un dios indomable, aún nuestro dios”, escribe Vila Ortiz en el epígrafe que acompaña a la fotografía antigua del paraje en donde levantaron el Puente Rosario- Victoria. Como buen rosarino y poeta, el periodista evidencia, en los pies de las imágenes, esa fraternidad especial e indiscutida entre los habitantes de la ciudad y su río: “Hoy la ciudad es otra, ya no le damos la espalda al río, el auge de la construcción ha sido sorprendente y la visión del Paraná es otra desde la construcción del Puente”.

Vila Ortiz explica que para la redacción de las líneas que acompañan las fotografías recurrió, en muchos casos, a su memoria. “Pero mucho más importantes son los libros que he utilizado para confirmar datos, corregir recuerdos, tratar de tener una mayor exactitud, aunque no la exactitud de un historiados, porque no lo soy” aclara. Para su trabajo buscó, en primer lugar, una obra referencial como los es Historia de Rosario, de Juan Älvarez. También, a libros de Miguel Ángel De Marco, Rafael Ielpi y a otros más específicos como La polémica fundación de Rosario, de Marta Frutos de Pietro o Rosario, comienzos de una moderna arquitectura, de Ernesto Yaquinto, entre muchos otros.

“Lo que se desea en este libro es mostrar los cambios surgidos en la ciudad, una ciudad que celebró el primer Centenario de Mayo con un fervor espléndido. Hoy la ciudad es otra y lo prueban largamente las fotografías”, dice Vila Ortiz. Sin dudas, esta selección de imágenes ayudará aún más a reforzar el recuerdo y la admiración por los lugares comunes y queridos para todos los rosarinos.

Días y horarios de visita a la Muestra fotográfica
"Rosario, imágenes de una ciudad que se sigue fundando" es el nombre de la exposición que inaugurará el viernes 23 a las 19 en el Museo Diario La Capital . Son fotografías tomadas, algunas hace varias décadas, acompañadas de otras actuales, tomadas por los reporteros gráficos de La Capital, que remiten a los mismo paisajes. Cada imagen será acompañada por un relato referencial escrito por Gary Vila Ortiz.

Esta muestra, realizada por la Fundación La Capital en oportunidad del Bicentenario de la Revolución de Mayo, es una invitación al recuerdo, un reconocimiento de lo que es hoy la ciudad y una pregunta sobre el porvenir, pero sobre todo es un homenaje a todos aquellos que construyeron y a quienes siguen construyendo un Rosario mejor.

La muestra podrá visitarse, de martes a domingos, de 15 a 20, hasta el 30 de agosto. El MDLC agradece la gentileza del Museo de la Ciudad.






domingo, 11 de julio de 2010

Ojos negros, del economista y escritor Eduardo sguiglia

Drama, aventra y acción en tierras de África y México, los lugares que Eduardo Sguiglia eligió para desarrollar los capítulos más impactantes de su libro.

Graciana Petrone para
http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/7/edicion_89/contenidos/noticia_5026.html

Conflictos corruptos y sangrientos bañan desde hace décadas los ríos del Tercer Mundo, volviéndolos serpientes despiadadas que arrastran consigo verdaderas guerras internas en las que todo vale. Tanto que en la actualidad, las históricas fricciones ideológicas y políticas de sus países quedaron en parte rezagadas para ubicar al contrabando de piedras preciosas en el mercado internacional como el principal protagonista. Justamente la ruta de diamantes en el Africa es el escenario que el economista y escritor, Eduardo Sguiglia (Rosario, 1952), eligió para desarrollar los episodios más impactantes de su novela, Ojos Negros.

En una ficción que recorre Buenos Aires, El Congo, Angola y hasta México y que fluctúa entre el drama, la aventura y la acción, Sguiglia cuenta los vaivenes de Miguel, un argentino desempleado que bordea los cuarenta, con un matrimonio en ruinas que, tras la crisis de 2001 en Argentina, siente que su vida ha pedido el rumbo. En medio de ese profundo trauma existencial la amante de su mejor amigo —de la que poco sabe— le encarga por unos pocos miles de pesos viajar al Africa en busca del paradero de su hermano Tony. Una oferta poco prometedora, pero no menos inquietante, que lo llevará hacia caminos inexplorados.

Una vez en tierras de Angola y el Congo (países donde transcurre la mayor parte de las escenas) nuevos personajes lo acercarán al despiadado mundo del poder y las piedras. Asesinos a sueldo, mineros explotados por grupos insurgentes, empresarios inescrupulosos y cagamillones (extranjeros solitarios que transportan diamantes en sus intestinos para luego venderlos en el mercado negro a cifras exorbitantes).

En medio del caos, una mujer lo reencontrará, al menos por momentos, con aquel hombre que fue antes de perder el rumbo. Pero no sólo la vinculación de Miguel con la corrupción, el trabajo forzado en las minas o el tráfico de diamantes es lo que sostiene la fuerza de Ojos Negros. También lo son las imágenes espléndidamente descriptas de los paisajes, costumbres, dialectos, fauna, flora y fachadas de los parajes africanos, casi como un diario de viajes.

En su rol de narrador, Sguiglia juega con los tiempos y ritmos del discurso: cuando todo indica una lectura lenta, un giro abrupto la vuelve vertiginosa y hasta por momentos exasperante. ¿No fue Borges quien advirtió, acaso sobre el género novelístico, que las muchas páginas, en general, son promesa de tedio o de mera rutina? Ojos negros sobrevive, definitivamente, a una introducción distendida para sumergir al lector en una historia cuyas pulsaciones aumentan a medida que las páginas avanzan. Episodios cada vez más violentos, asesinatos, intrigas, escenas eróticas y las apariciones inesperadas de un jefe de policía mediocre y corrupto, son unidades estratégicamente orquestadas para lograr una trama intensa y asegurar un final coherente a la vehemencia sostenida durante todo el relato.

Si Fordlandia (1997), una de sus primeras novelas de ficción, es utilizada actualmente como material de estudio en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), no sería descabellado pensar que Ojos Negros, la que muestra sin reparos un mosaico de actores europeos y africanos que pelean por la hegemonía de los diamantes en el mercado negro, haga lo propio en las escuelas de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

miércoles, 7 de julio de 2010

Eduardo Sguiglia: “La cara oculta de los diamantes está constituida por el trabajo indecente de miles de personas”.

para http://www.elfisgondigital.com/fsgnw/arte/nota.vsp?nid=58095

08/07/2010 - Ante una primera lectura, la aventura, el drama y la acción son los ejes del género sobre los que gira Ojos negros, la novela del escritor y economista Eduardo Sguiglia. Pero el relato se sumerge en un terreno desconocido y turbulento; cuenta el periplo de Miguel, un argentino al borde la ruina que siente que su vida carece de sentido y acepta un encargo no menos que perturbador: viajar al África en busca de una persona a quien no conoce.

En tierras lejanas, el personaje principal atravesará situaciones adversas e intimará con una banda vinculada al tráfico de diamantes en el mercado negro internacional. Mercenarios, escenas violentas, sexo y amor transitarán desde Buenos Aires, México, hasta Angola y El Congo. Una historia atrapante que muestra sin silencios una lucha de corrupción y muerte por la hegemonía de la exportación de piedras preciosas en el escenario mundial.

Sguiglia (1952) nació en Rosario, donde estudió Ciencias Económicas. Vivió en México entre 1977 y 1982 y desde 1983 reside en Buenos Aires. Fue profesor de la UBA y primer embajador argentino en Angola. Es autor de varias investigaciones y ensayos, entre ellos Agustín Tosco y El club de los poderosos, que merecieron dos premios nacionales de economía. Sus relatos y novelas —“Fordlandia”, “No te fíes de mí si el corazón te falla” y “Un puñado de gloria”— fueron traducidas a diferentes idiomas y distinguidas en los concursos internacionales Dublín Literary Award y Grinzane Cavour.

En una entrevista exclusiva para El Fisgón Digital el autor de Ojos negros cuenta la génesis de su libro, las influencias de su estadía en Angola en sus relatos y también su mirada sobre el desempeño de la justicia argentina respecto a los juicios a represores de la última dictadura militar.

-¿Cómo surge la construcción de esta novela y de qué manera influyó en el relato, haber vivido en Angola?
-El proceso creativo es difícil de explicar. Las ideas flotan en la cabeza hasta que llega el momento, impostergable, de volcarlas sobre un papel. Reconozco que vivir en África fue una experiencia maravillosa para mí y que, sin dudas, facilitó la construcción de esta novela. Pero, si bien Ojos Negros habla de varios elementos reales –la extracción y el tráfico de diamantes por ejemplo- ninguno de ellos funcionó como el disparador de la historia.

-La descripción de los paisajes y ciudades son sorprendentes, casi como un diario de viajes, ¿son los ojos de Eduardo Sguiglia (argentino en tierra extraña) que registraron todas esas imágenes y que luego el escritor (muy lejos del economista) vertió fielmente en el libro?
-Bueno, tuve la oportunidad de viajar por las Lundas (norte de Angola), por el Congo y también por México. Sin embargo, creo que todas las imágenes del relato son las que capta y registra en su libretita Miguel, el personaje central.

-En el conflicto de los diamantes en África, países europeos se rasgan las vestiduras como primeros defensores de los Derechos Humanos en el mundo, ¿Son los mismos que alimentan el mercado negro?
-En efecto, la cara oculta de los diamantes está constituida por el trabajo indecente de miles de personas.

-Fordlandia, una de sus primeras nivelas, es utilizada como material de estudio en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, ¿Ojos Negros podrá hacer lo propio en las escuelas de Ciencias Políticas y Relaciones internacionales?
-No sabía lo de Fordlandia. Es una grata sorpresa que una novela se utilice como material de estudio. Si ocurriera lo mismo con Ojos Negros me volvería a sorprender.

-Ojos Negros promete una lectura distendida pero en un punto del relato un giro abrupto la vuelve vertiginosa y por momentos, hasta exasperante, ¿sólo surgió o es un recurso utilizado a conciencia?
-No definí de antemano el ritmo del relato. Traté de avanzar del modo que me resultaba más cómodo y satisfactorio.

-En las próximas semanas usted viajará a Rosario para testimoniar en la causa al represor Genaro Díaz Bessone. A más de tres décadas, ¿cree que la impunidad se ha acabado para quienes actuaron solapados por el gobierno dictatorial?
-Cierta legislación y decisiones gubernamentales, como las leyes de obediencia debida y punto final y el indulto de Menem, junto con la pasividad de algunos jueces, demoraron y obstaculizaron los procesos a los culpables de tantos crímenes de lesa humanidad.
Sin embargo, aunque hayan transcurrido más de tres décadas, es muy importante que la justicia siga avanzando para que se pueda conocer la verdad y castigar a los represores