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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Recital en Rosario: "La canción nos une"

Graciana Petrone
para http://www.elfisgondigital.com/fsgw/arte/nota63867


Y aunque el calor del verano descargó toda su furia en la ciudad, las altas temperaturas no impidieron que más de 40 mil personas asistieran al recital “La canción nos une”, a espaldas del Monumento Nacional a la Bandera, sobre Avenida Belgrano, el pasado domingo 26 de diciembre. El espectáculo fue una invitación del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe y contó con la dirección artística y producción general de Lito Vitale, quien acompañó con su piano a destacadas figuras nacionales como Javier Calamaro, Juan Carlos Baglietto, Sandra Mihaniovich y Patricia Sosa, entre otros.

El calor sofocante de la tarde no pudo con los miles de rosarinos que eligieron escuchar a sus artistas favoritos. La convocatoria del Gobierno de la provincia de Santa Fe tuvo una respuesta más que multitudinaria. Pautado para las 20.30, el show comenzó  pasadas las 21, momentos en que se escucharon aplausos de impaciencia y algunos abucheos cuando la presentadora anunció una breve demora en el inicio. Aunque quedó en el olvido cuando apareció en el escenario Vitale, seguido por Javier Calamaro, a quien le tocó abrir el recital.

Sobre un escenario impactante, montado de cara al río Paraná, cada cantante interpretó tres de sus temas más emblemáticos, mientras que el sonido y la asistencia técnica fueron impecables, sin contar el juego de luces que hizo de telón de fondo durante todo el recital. Los artistas convocados fueron Javier Calamaro, Juan Carlos Baglietto, Patricia Sosa, Pedro Aznar, Marcela Morelo, David Lebon, Sandra Mihanovich, Hilda Lizarazu, Leo García y Fernando Ruiz Díaz, este último, integrante del grupo Catupecu Machu.

El recital finalizó cerca de las 23.30, cuando todos los cantantes interpretaron el tema Seminare, de Seru Giran, ocasión en que el público también los acompañó. Los detalles a destacar sobre la puesta en escena son muchos, entre ellos está la fidelidad del sonido, el montaje del escenario y las luces, el acompañamiento de los músicos, fundamentalmente en el momento en que Sandra Mihanovich entonó “Puerto Pollenza”, también la poesía y el monólogo previo a las canciones que suele realizar Patricia Sosa en los recitales y, sobre todo, la multitudinaria respuesta de los rosarinos a la invitación del Gobierno de la Provincia de Santa Fe.

lunes, 20 de diciembre de 2010

"Mi madre sobre todo"



Graciana Petrone, para diario El Litoral de Santa Fe




El libro es el primer título de la colección Narrativas contemporáneas que publica la Editorial Fundación Ross y reúne cuentos de reconocidos autores de distintos puntos del país.


http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2011/03/12/arteyletras/ARTE-02.html

Resulta indiscutible que la figura materna genera sentimientos intensos. A menudo también abre senderos resbaladizos por donde transitan desencantos, odios, pasiones, infortunios, adoraciones y orfandades. Los cuentos reunidos en la antología Mi madre sobre todo, a través de la heterogeneidad de plumas de reconocidos autores y múltiples miradas, demuestran que de las más variadas sensaciones, jamás surgirá la indiferencia. La obra corresponde al primer título de la colección Narrativas Contemporáneas, a cargo de las escritoras Marta Ortiz y Gloria Lenardón, que publica la Editorial Fundación Ross de la ciudad de Rosario.

Una de las premisas de la colección fue “arrancar con un tema feudante”, como lo es la madre. “Es un buen símbolo para un inicio – asegura Ortiz – pero bajo la tutela de la mirada almodovariana, para intentar salir del estereotipo dominante”. No en vano, entonces, la hibridez de formas y contenidos constituyen el eje que atraviesa los relatos. Tampoco hay lugar a dudas de las innumerables maneras con que los autores idealizan, evocan, describen o perciben a las protagonistas de sus cuentos. “La madre da para todo – señalan las coordinadoras  – y dada su generosidad, da también a la lengua”.

Diversidad de voces y miradas
El ordenamiento de los relatos no fue arbitrario, ya que los autores aparecen en el libro por orden alfabético. De este modo, el primer cuento, Como si fuera hoy, pertenece al periodista y escritor Osvaldo Aguirre, quien describe, en una puesta realista, a una madre que intenta reunir sus memorias en un diario. Luego, María Teresa Andruetto narra, en Lo dicen para que oiga, los momentos de una hija en plena partida de su casa materna, con el consecuente dolor, pero también con la rebeldía que la ruptura impone. Jorge Barquero realiza una construcción impecable en Visitas de 15 a 17, donde utiliza una suerte de juego gramatical complejo del que sale completamente airoso. Su cuento es un diálogo intenso que mantiene un hijo con su madre, junto a la cama de un hospital. 

Oliverio Cohelo, en Los demonios, da vida a Mario, un desempleado que vive con su madre en una pieza rentada y cuyos únicos ingresos provienen de la pensión que la mujer recibe, pero todo puede cambiar cuando un desconocido irrumpe en la escena, con una extraña propuesta. Para toda la eternidad, de Mempo Giardinelli, obliga al lector a sumergirse en los terrenos del terror cuando al morir la madre de Felipe, éste decide practicar una especie de rito escalofriante en un cementerio, motivado por un desconcertante impulso por reunir a sus padres.
  
Eva, Patria o Naturaleza. Para Angélica Gorosdicher todas ellas encarnan la figura materna, postura que sostiene en un coloquio visceral y con vehemencia apasionada en su relato Madre no hay una sola. En Acuarela trágica, de Liliana Heer, Anne evoca el día del velorio de su madre y muestra, en forma descarnada, los cambios dolorosos en los roles familiares, con el paso de los años, a raíz de la pérdida. Luego, en Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás, Patricio Pron recrea el periplo de un hijo que intenta descubrir un pasado materno que desconoce, aunque la verdad le devuelva una imagen que, tal vez, no hubiera deseado conocer jamás.

En La compañera, Guillermo Saccomano ratifica, una diversidad indiscutida de voces y miradas al narrar, con detalles enternecedores, de qué manera una familia porteña vive la muerte de Evita, entre la admiración y el rechazo de sus distintos integrantes. Pero no todo es idolatría y, por eso, Luisa Valenzuela rompe ciertos mitos y entrega Cuchillo y madre, un cuento profundo y psicológico que mantiene en vilo al lector y en el que desnuda la compleja dicotomía del amor-odio. Como un recuerdo nítido, pero lejano, Susana Zzwarc retrata, en El pañuelo, a una madre que pone en escena su dolor. Por último, Irma Verolín, en Figuras sobre un fondo oscuro, cuenta la historia de una mujer que perdió a su madre siendo niña y, para ello, se reencuentra con su hermana mayor luego de muchos años, aunque sólo logre que su madre “muera por segunda vez”.

Mi madre sobre todo es una entrega ambiciosa que conjuga la diversidad de estilos y la pluralidad de voces de un selecto grupo de escritores, en donde cada uno coloca en los cuentos un sentir diferente. No es casual que en el prólogo de la obra las coordinadoras de la colección escriban que el amor, el humor, la muerte, el exotismo o el misterio forman parte del condimento que altera la comedia humana.  “La letra que da vida a este libro – dicen Ortiz y Lenardón – crece como un gran animal fantástico”.


De los autores
Mi madre sobre todo corresponde al primer título de la colección Narrativas Contemporáneas (el segundo será El río en catorce cuentos, cuya publicación está prevista para el mes de marzo, en 2011). En una apuesta federal la Editorial Fundación Ross convocó, en esta ocasión, a prestigiosos autores de distintos puntos del país y cuya trayectoria alcanzó reconocimiento internacional. Las fotografías de la portada y contratapa son de Cecilia Lenardón, quien realizó un montaje especial que augura, mediante un fascinante juego de luces, sombras y dimensiones dispares, la infinidad de sensaciones que provocarán cada uno de los cuentos antologados.         
Los escritores seleccionados que integran Mi madre sobre todo son Osvaldo Aguirre (Colón, Buenos Aires, 1964), María Teresa Andruetto (Córdoba, 1954), Jorge Barquero (Rosario, 1952), Oliverio Cohelo (Buenos Aires, 1977), Mempo Giardinelli (Resistencia, Chaco), Angélica Gorosdicher (Buenos Aires, 1928), Liliana Heer (Esperanza, Santa Fe), Patricio Pron (Rosario, 1975), Guillermo Saccomano (Buenos Aires, 1948), Susana Szwarc (Quitilipi, Chaco),  Luisa Valenzuela (Buenos Aires) e Irma Verolín.  

domingo, 5 de diciembre de 2010

Daniel Miguez: Pibes chorros, estigma y marginación

Graciana Petrone
para http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/12/edicion_110/contenidos/noticia_5028.html


La dicotomía de la seguridad-inseguridad en el país es materia de debate constante sobre si el temor de los ciudadanos a ser víctimas de un delito violento, o de morir en manos de sus victimarios, es simplemente una sensación o una realidad tangible respaldada por datos estadísticos. Los pibes chorros, estigma y marginación, de Daniel Míguez y la tesis de investigación Entre la inseguridad y el temor, instantáneas de la sociedad actual, realizada por Míguez en forma conjunta con Alejandro Isla, desarrollan y profundizan sobre uno de los temas que emerge, desde comienzos de la década del 90 hasta hoy, como la principal preocupación de los argentinos.
Para estudiar en profundidad la problemática es necesario remontarse a los momentos históricos y a los modelos económicos que propiciaron, de alguna manera, la aparición del desempleo, la naturalización del abuso del poder policial sobre ciertos sectores de la ciudadanía, la pauperización y la pobreza en todas sus expresiones. También es preciso desmitificar algunos conceptos, fuertemente instalados en el imaginario colectivo, respecto a los móviles que llevan a los jóvenes a quebrar la ley en edad temprana.
“En ciudades que han sido tradicionalmente pobres —explica Míguez— la miseria no puede generar delitos puesto que no hay distancias marcadas entre lo que las personas desean y lo que poseen”. Pero si en un país se promueven metas comunes de consumo, tal como sugiere el sociólogo Robert Merton, y hay sectores sociales que sufren restricciones crecientes y que no tienen posibilidades reales de alcanzarlas, entonces el delito puede transformarse en un problema social y “muchas veces la trasgresión es una manera de alcanzar”, aunque sea transitoriamente y a un alto costo, “las metas que la sociedad propone” pero que difícilmente logren por las vías legales.
Los pibes chorros, estigma y marginación es una segunda edición, corregida y actualizada del libro homónimo publicado en 2004, en donde el autor sostiene que el problema de quienes quiebran la ley a temprana edad está vinculado a “una suerte de anomia que tiene que ver con un estado de decepción en torno al trabajo dentro de la estructura de las familias”. Y aunque esté instalado con vehemencia en el imaginario social que “los pibes chorros” surgen de la naturalización de la violencia, el consumo de drogas, privaciones materiales o ausencia de vínculos afectivos, Míguez asegura que, si bien esos son elementos que forman parte de su entorno, no son causales directos de la delincuencia.
Para sostener su teoría el autor realizó una serie de encuestas a jóvenes que viven en situaciones marginales y que estuvieron presos en algún momento de su vida. Las respuestas demostraron que la situación que más sufrimiento les provoca a los chicos es estar separados de sus madres o sus hermanos cuando son privados de la libertad, sumado a que el deseo de salir del delito es mayor cuando son padres.
La idea de que el entorno familiar los empuja a delinquir es también refutada por Míguez, ya que quienes son adultos y se consumaron en la actividad criminal, no quieren que sus hijos reiteren el mismo patrón, por conocer el padecimiento dentro de las cárceles.
Tribus carcelarias

Los “pibes chorros” tienen una estructura de valores armada en torno a las relaciones con el medio donde viven. Son códigos de convivencia que respetan con vehemencia y que establecen premisas como no robar dentro del barrio o causar el menor daño a sus víctimas, salvo en aquellas situaciones en donde su vida esté en riesgo. Sugestivamente, la forma de delinquir es la que les da la posibilidad de infundir respeto dentro de las cárceles, en donde hay estructuras jerárquicas y piramidales devenidas del modus operandi y tipo de crimen que hayan cometido.
Según detalla Míguez, quienes gozan de mayor jerarquía en la jerga delictiva son los “chorros de caño” o los que roban a mano armada sin dañar a sus víctimas. Debajo se ubican los “pilotos”, quienes difícilmente participen en los atracos en forma directa; luego están los “mulos o soldados”, que logran más liderazgo dentro que fuera de las cárceles.
Los “transas” o narcotraficantes no son bien vistos en las penitenciarías, ya que muchos detenidos sufrieron pérdidas de familiares a causa de las drogas. De la peor manera son catalogados los violadores: no son considerados verdaderos delincuentes y son obligados a realizar las “tareas domésticas”. Por último, aparecen los “cachivaches, giles y barderos”, identificados con los jóvenes que “roban dentro del barrio, los que matan por un par de zapatillas o que cobran peaje en los pasillos y esquinas”.
Tanto Los pibes chorros, estigma y marginación como  Entre la inseguridad y el temor, están basados en años de investigación y aportan datos reveladores sobre la relación entre el aumento del crimen y el miedo generalizado de los ciudadanos a convertirse en víctimas. El primer título, sobre todo, muestra una realidad que condena a muchos jóvenes que tal vez tengan la posibilidad de pensar en un futuro distinto.
“Una apreciación cuidadosa de esta problemática —dicen Míguez e Isla— muestra que no es sólo una mayor frecuencia de delitos lo que hace que se propague la sensación de inseguridad”. En Argentina el 70 por ciento de la programación televisiva está ocupado con noticias relacionadas al sistema penal, mientras que los autores indican que cierto tipo de atentados decrecieron a partir de 2003 pero “reina una suerte de alerta pública respecto a la cuestión”. Sus reflexiones parecen convincentes, ya que durante la última dictadura militar muchos sentían que vivían en la sociedad más segura del mundo, cuando se producían miles de secuestros, torturas, muertes, robos de niños y desapariciones.