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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Recital en Rosario: "La canción nos une"

Graciana Petrone
para http://www.elfisgondigital.com/fsgw/arte/nota63867


Y aunque el calor del verano descargó toda su furia en la ciudad, las altas temperaturas no impidieron que más de 40 mil personas asistieran al recital “La canción nos une”, a espaldas del Monumento Nacional a la Bandera, sobre Avenida Belgrano, el pasado domingo 26 de diciembre. El espectáculo fue una invitación del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe y contó con la dirección artística y producción general de Lito Vitale, quien acompañó con su piano a destacadas figuras nacionales como Javier Calamaro, Juan Carlos Baglietto, Sandra Mihaniovich y Patricia Sosa, entre otros.

El calor sofocante de la tarde no pudo con los miles de rosarinos que eligieron escuchar a sus artistas favoritos. La convocatoria del Gobierno de la provincia de Santa Fe tuvo una respuesta más que multitudinaria. Pautado para las 20.30, el show comenzó  pasadas las 21, momentos en que se escucharon aplausos de impaciencia y algunos abucheos cuando la presentadora anunció una breve demora en el inicio. Aunque quedó en el olvido cuando apareció en el escenario Vitale, seguido por Javier Calamaro, a quien le tocó abrir el recital.

Sobre un escenario impactante, montado de cara al río Paraná, cada cantante interpretó tres de sus temas más emblemáticos, mientras que el sonido y la asistencia técnica fueron impecables, sin contar el juego de luces que hizo de telón de fondo durante todo el recital. Los artistas convocados fueron Javier Calamaro, Juan Carlos Baglietto, Patricia Sosa, Pedro Aznar, Marcela Morelo, David Lebon, Sandra Mihanovich, Hilda Lizarazu, Leo García y Fernando Ruiz Díaz, este último, integrante del grupo Catupecu Machu.

El recital finalizó cerca de las 23.30, cuando todos los cantantes interpretaron el tema Seminare, de Seru Giran, ocasión en que el público también los acompañó. Los detalles a destacar sobre la puesta en escena son muchos, entre ellos está la fidelidad del sonido, el montaje del escenario y las luces, el acompañamiento de los músicos, fundamentalmente en el momento en que Sandra Mihanovich entonó “Puerto Pollenza”, también la poesía y el monólogo previo a las canciones que suele realizar Patricia Sosa en los recitales y, sobre todo, la multitudinaria respuesta de los rosarinos a la invitación del Gobierno de la Provincia de Santa Fe.

lunes, 20 de diciembre de 2010

"Mi madre sobre todo"



Graciana Petrone, para diario El Litoral de Santa Fe




El libro es el primer título de la colección Narrativas contemporáneas que publica la Editorial Fundación Ross y reúne cuentos de reconocidos autores de distintos puntos del país.


http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2011/03/12/arteyletras/ARTE-02.html

Resulta indiscutible que la figura materna genera sentimientos intensos. A menudo también abre senderos resbaladizos por donde transitan desencantos, odios, pasiones, infortunios, adoraciones y orfandades. Los cuentos reunidos en la antología Mi madre sobre todo, a través de la heterogeneidad de plumas de reconocidos autores y múltiples miradas, demuestran que de las más variadas sensaciones, jamás surgirá la indiferencia. La obra corresponde al primer título de la colección Narrativas Contemporáneas, a cargo de las escritoras Marta Ortiz y Gloria Lenardón, que publica la Editorial Fundación Ross de la ciudad de Rosario.

Una de las premisas de la colección fue “arrancar con un tema feudante”, como lo es la madre. “Es un buen símbolo para un inicio – asegura Ortiz – pero bajo la tutela de la mirada almodovariana, para intentar salir del estereotipo dominante”. No en vano, entonces, la hibridez de formas y contenidos constituyen el eje que atraviesa los relatos. Tampoco hay lugar a dudas de las innumerables maneras con que los autores idealizan, evocan, describen o perciben a las protagonistas de sus cuentos. “La madre da para todo – señalan las coordinadoras  – y dada su generosidad, da también a la lengua”.

Diversidad de voces y miradas
El ordenamiento de los relatos no fue arbitrario, ya que los autores aparecen en el libro por orden alfabético. De este modo, el primer cuento, Como si fuera hoy, pertenece al periodista y escritor Osvaldo Aguirre, quien describe, en una puesta realista, a una madre que intenta reunir sus memorias en un diario. Luego, María Teresa Andruetto narra, en Lo dicen para que oiga, los momentos de una hija en plena partida de su casa materna, con el consecuente dolor, pero también con la rebeldía que la ruptura impone. Jorge Barquero realiza una construcción impecable en Visitas de 15 a 17, donde utiliza una suerte de juego gramatical complejo del que sale completamente airoso. Su cuento es un diálogo intenso que mantiene un hijo con su madre, junto a la cama de un hospital. 

Oliverio Cohelo, en Los demonios, da vida a Mario, un desempleado que vive con su madre en una pieza rentada y cuyos únicos ingresos provienen de la pensión que la mujer recibe, pero todo puede cambiar cuando un desconocido irrumpe en la escena, con una extraña propuesta. Para toda la eternidad, de Mempo Giardinelli, obliga al lector a sumergirse en los terrenos del terror cuando al morir la madre de Felipe, éste decide practicar una especie de rito escalofriante en un cementerio, motivado por un desconcertante impulso por reunir a sus padres.
  
Eva, Patria o Naturaleza. Para Angélica Gorosdicher todas ellas encarnan la figura materna, postura que sostiene en un coloquio visceral y con vehemencia apasionada en su relato Madre no hay una sola. En Acuarela trágica, de Liliana Heer, Anne evoca el día del velorio de su madre y muestra, en forma descarnada, los cambios dolorosos en los roles familiares, con el paso de los años, a raíz de la pérdida. Luego, en Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás, Patricio Pron recrea el periplo de un hijo que intenta descubrir un pasado materno que desconoce, aunque la verdad le devuelva una imagen que, tal vez, no hubiera deseado conocer jamás.

En La compañera, Guillermo Saccomano ratifica, una diversidad indiscutida de voces y miradas al narrar, con detalles enternecedores, de qué manera una familia porteña vive la muerte de Evita, entre la admiración y el rechazo de sus distintos integrantes. Pero no todo es idolatría y, por eso, Luisa Valenzuela rompe ciertos mitos y entrega Cuchillo y madre, un cuento profundo y psicológico que mantiene en vilo al lector y en el que desnuda la compleja dicotomía del amor-odio. Como un recuerdo nítido, pero lejano, Susana Zzwarc retrata, en El pañuelo, a una madre que pone en escena su dolor. Por último, Irma Verolín, en Figuras sobre un fondo oscuro, cuenta la historia de una mujer que perdió a su madre siendo niña y, para ello, se reencuentra con su hermana mayor luego de muchos años, aunque sólo logre que su madre “muera por segunda vez”.

Mi madre sobre todo es una entrega ambiciosa que conjuga la diversidad de estilos y la pluralidad de voces de un selecto grupo de escritores, en donde cada uno coloca en los cuentos un sentir diferente. No es casual que en el prólogo de la obra las coordinadoras de la colección escriban que el amor, el humor, la muerte, el exotismo o el misterio forman parte del condimento que altera la comedia humana.  “La letra que da vida a este libro – dicen Ortiz y Lenardón – crece como un gran animal fantástico”.


De los autores
Mi madre sobre todo corresponde al primer título de la colección Narrativas Contemporáneas (el segundo será El río en catorce cuentos, cuya publicación está prevista para el mes de marzo, en 2011). En una apuesta federal la Editorial Fundación Ross convocó, en esta ocasión, a prestigiosos autores de distintos puntos del país y cuya trayectoria alcanzó reconocimiento internacional. Las fotografías de la portada y contratapa son de Cecilia Lenardón, quien realizó un montaje especial que augura, mediante un fascinante juego de luces, sombras y dimensiones dispares, la infinidad de sensaciones que provocarán cada uno de los cuentos antologados.         
Los escritores seleccionados que integran Mi madre sobre todo son Osvaldo Aguirre (Colón, Buenos Aires, 1964), María Teresa Andruetto (Córdoba, 1954), Jorge Barquero (Rosario, 1952), Oliverio Cohelo (Buenos Aires, 1977), Mempo Giardinelli (Resistencia, Chaco), Angélica Gorosdicher (Buenos Aires, 1928), Liliana Heer (Esperanza, Santa Fe), Patricio Pron (Rosario, 1975), Guillermo Saccomano (Buenos Aires, 1948), Susana Szwarc (Quitilipi, Chaco),  Luisa Valenzuela (Buenos Aires) e Irma Verolín.  

domingo, 5 de diciembre de 2010

Daniel Miguez: Pibes chorros, estigma y marginación

Graciana Petrone
para http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/12/edicion_110/contenidos/noticia_5028.html


La dicotomía de la seguridad-inseguridad en el país es materia de debate constante sobre si el temor de los ciudadanos a ser víctimas de un delito violento, o de morir en manos de sus victimarios, es simplemente una sensación o una realidad tangible respaldada por datos estadísticos. Los pibes chorros, estigma y marginación, de Daniel Míguez y la tesis de investigación Entre la inseguridad y el temor, instantáneas de la sociedad actual, realizada por Míguez en forma conjunta con Alejandro Isla, desarrollan y profundizan sobre uno de los temas que emerge, desde comienzos de la década del 90 hasta hoy, como la principal preocupación de los argentinos.
Para estudiar en profundidad la problemática es necesario remontarse a los momentos históricos y a los modelos económicos que propiciaron, de alguna manera, la aparición del desempleo, la naturalización del abuso del poder policial sobre ciertos sectores de la ciudadanía, la pauperización y la pobreza en todas sus expresiones. También es preciso desmitificar algunos conceptos, fuertemente instalados en el imaginario colectivo, respecto a los móviles que llevan a los jóvenes a quebrar la ley en edad temprana.
“En ciudades que han sido tradicionalmente pobres —explica Míguez— la miseria no puede generar delitos puesto que no hay distancias marcadas entre lo que las personas desean y lo que poseen”. Pero si en un país se promueven metas comunes de consumo, tal como sugiere el sociólogo Robert Merton, y hay sectores sociales que sufren restricciones crecientes y que no tienen posibilidades reales de alcanzarlas, entonces el delito puede transformarse en un problema social y “muchas veces la trasgresión es una manera de alcanzar”, aunque sea transitoriamente y a un alto costo, “las metas que la sociedad propone” pero que difícilmente logren por las vías legales.
Los pibes chorros, estigma y marginación es una segunda edición, corregida y actualizada del libro homónimo publicado en 2004, en donde el autor sostiene que el problema de quienes quiebran la ley a temprana edad está vinculado a “una suerte de anomia que tiene que ver con un estado de decepción en torno al trabajo dentro de la estructura de las familias”. Y aunque esté instalado con vehemencia en el imaginario social que “los pibes chorros” surgen de la naturalización de la violencia, el consumo de drogas, privaciones materiales o ausencia de vínculos afectivos, Míguez asegura que, si bien esos son elementos que forman parte de su entorno, no son causales directos de la delincuencia.
Para sostener su teoría el autor realizó una serie de encuestas a jóvenes que viven en situaciones marginales y que estuvieron presos en algún momento de su vida. Las respuestas demostraron que la situación que más sufrimiento les provoca a los chicos es estar separados de sus madres o sus hermanos cuando son privados de la libertad, sumado a que el deseo de salir del delito es mayor cuando son padres.
La idea de que el entorno familiar los empuja a delinquir es también refutada por Míguez, ya que quienes son adultos y se consumaron en la actividad criminal, no quieren que sus hijos reiteren el mismo patrón, por conocer el padecimiento dentro de las cárceles.
Tribus carcelarias

Los “pibes chorros” tienen una estructura de valores armada en torno a las relaciones con el medio donde viven. Son códigos de convivencia que respetan con vehemencia y que establecen premisas como no robar dentro del barrio o causar el menor daño a sus víctimas, salvo en aquellas situaciones en donde su vida esté en riesgo. Sugestivamente, la forma de delinquir es la que les da la posibilidad de infundir respeto dentro de las cárceles, en donde hay estructuras jerárquicas y piramidales devenidas del modus operandi y tipo de crimen que hayan cometido.
Según detalla Míguez, quienes gozan de mayor jerarquía en la jerga delictiva son los “chorros de caño” o los que roban a mano armada sin dañar a sus víctimas. Debajo se ubican los “pilotos”, quienes difícilmente participen en los atracos en forma directa; luego están los “mulos o soldados”, que logran más liderazgo dentro que fuera de las cárceles.
Los “transas” o narcotraficantes no son bien vistos en las penitenciarías, ya que muchos detenidos sufrieron pérdidas de familiares a causa de las drogas. De la peor manera son catalogados los violadores: no son considerados verdaderos delincuentes y son obligados a realizar las “tareas domésticas”. Por último, aparecen los “cachivaches, giles y barderos”, identificados con los jóvenes que “roban dentro del barrio, los que matan por un par de zapatillas o que cobran peaje en los pasillos y esquinas”.
Tanto Los pibes chorros, estigma y marginación como  Entre la inseguridad y el temor, están basados en años de investigación y aportan datos reveladores sobre la relación entre el aumento del crimen y el miedo generalizado de los ciudadanos a convertirse en víctimas. El primer título, sobre todo, muestra una realidad que condena a muchos jóvenes que tal vez tengan la posibilidad de pensar en un futuro distinto.
“Una apreciación cuidadosa de esta problemática —dicen Míguez e Isla— muestra que no es sólo una mayor frecuencia de delitos lo que hace que se propague la sensación de inseguridad”. En Argentina el 70 por ciento de la programación televisiva está ocupado con noticias relacionadas al sistema penal, mientras que los autores indican que cierto tipo de atentados decrecieron a partir de 2003 pero “reina una suerte de alerta pública respecto a la cuestión”. Sus reflexiones parecen convincentes, ya que durante la última dictadura militar muchos sentían que vivían en la sociedad más segura del mundo, cuando se producían miles de secuestros, torturas, muertes, robos de niños y desapariciones.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Masacre de Rincón Bomba: Un pasaje macabro de la historia argentina

Graciana Petrone

Centenares de aborígenes fueron masacrados en Formosa mientras reclamaban pacíficamente por comida. Exigen al Estado Nacional que reconozca el genocidio.

Alrededor de 500 cuerpos sin vida y bañados en sangre yacían diseminados sobre los senderos que bordean la plaza central de Ayo Bomba, una pequeña localidad de la provincia de Formosa. La tragedia ocurrió cuando efectivos de Gendarmería Nacional  abrieron fuego contra cientos de integrantes de la comunidad Pilagá, que reclamaban en forma pacífica por el envío de provisiones y medicamentos desde la Casa Rosada. Aunque una de las premisas del periodismo a la hora de informar es la inmediatez del hecho, cuando estos datos se conocieron en 2005, la noticia ya era vieja. La tribu aborigen agredida debió esperar más de 50 años para que saliera a la luz la verdad sobre la masacre de la que fue víctima su pueblo en octubre de 1947. 

La génesis del hecho, que en la actualidad se conoce como “Octubre Bomba”, tuvo lugar a mediados del siglo pasado cuando miembros de la tribu Pilagá se negaron a trabajar como esclavos en ingenios azucareros en la provincia de Salta y retornaron a Formosa. Al regresar a su lugar de origen enfrentaron otra dura realidad: la falta de comida. Fue entonces que iniciaron reclamos al gobierno de Juan Domingo Perón. “Cuando el General se entera de la situación envía dos vagones con alimentos, ropa y medicamentos”, cuenta Rodolfo Hachen, profesor de lingüística de la Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Pero lo cierto es que las provisiones fueron retenidas por la policía formoseña y repartidas entre los gendarmes y algunos habitantes del lugar. Según el académico, sólo les dejaron “los despojos y comida en mal estado”, lo que motivó la “muerte de 50 indígenas más por intoxicación”. La comunidad Pilagá creyó que Perón los había defraudado y salieron a reclamar en forma pacífica, totalmente desarmados, mientras los gendarmes asesinaron brutalmente a unos 500 aborígenes, en su mayoría niños, mujeres y ancianos. “Como una escena absurda en una película de Leonardo Fabio - explica - cientos de ellos marchaban por las calles portando retratos de Perón y Evita y fueron baleados por las ametralladoras”.

La verdad desenterrada y un reclamo que continúa
Durante una exploración llevada a cabo por profesionales del Equipo de Investigación del Crimen Forense, el 17 de marzo de 2005 fueron hallados 27 cadáveres, enterrados en distintos lugares de la localidad de Ayo Bomba y en sus alrededores. Enrique Prueguer, uno de los especialistas a cargo de la investigación que abrió la puerta de uno de los pasadizos ocultos más sangrientos de la historia de los pueblos originarios, detalló en su informe que los restos no estaban en una fosa común sino que se encontraron en diversos lugares. “La masacre no terminó cuando los gendarmes atacaron a los indígenas durante la manifestación – aclara Hachen al respecto - sino que los persiguieron y  los fueron matando y enterrando a medida que los ultimaban”.

Actualmente la comunidad Pilagá reclama al Estado que el “Octubre Bomba” se reconozca como genocidio. El pedido lo realizaron los abogados Carlos Díaz y Julio García ante el Juzgado Federal de Formosa en 2005, en una demanda donde exigieron que la Nación pague una indemnización a los aborígenes “por daños y perjuicios, lucro cesante, daño emergente, daño moral y determinación de la verdad histórica”.  Según cuenta Hachen, la Fundación Rigoberta Menchú actuó como aval en esos juicios, en los que se solicitaba un resarcimiento económico con el “mismo tratamiento” que se les había dado a las víctimas de la última dictadura Militar.

“La respuesta del Gobierno – asegura el catedrático - fue que no se trató de un genocidio ya que los Pilagá no constituían un pueblo. Se les negó el hecho histórico y también su carácter de ciudadano”. Para Hachen, el motivo del rechazo fue a causa de que Néstor Kirchner, quien estaba al frente del Ejecutivo Nacional en 2005, no quiso dar curso a una demanda dirigida directamente “contra la figura de Perón”.  Las distintas organizaciones de Derechos Humanos del país tampoco adhirieron su apoyo. “Recién este año algunas de las asociaciones están entendiendo que las causas de los aborígenes deben ser defendidas con el mismo tenor – sintetiza - y por primera vez, en 2010, algunas agrupaciones participaron en el Congreso de las Lenguas”.

Rodolfo Hachen, profesor de linguística de la Universidad Nacional de Rosario

Fuentes
Rodolfo Hachen, entrevista para FM Universidad, 30 de mayo de 2010
Documentales / archivo
Indymedia, nota de Eduardo Rodríguez Baz



















domingo, 7 de noviembre de 2010

Lunita Rosarina: un libro que reúne las columnas escritas por Sebastián Riestra para la edición online del diario La Capital

para www.elfisgondigital.com


Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio… ¿cuándo, pero cuándo?, si siempre estoy llegando. Y si una vez me olvidé, las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja,  titilando como si fueran manos amigas me dijeron: ‘gordo, quedáte aquí, quedáte aquí…’”. Como la voz ya agonizante y quebrada del “Polaco” Goyeneche en “Nocturno de mi barrio”, Lunita Rosarina (Editorial Homo Sapiens), el libro de Sebastián Riestra, atesora ese anclaje extraño entre el arraigo y la añoranza.

Aunque es difícil definir en qué estadio de la literatura reposan los microrrelatos que integran la obra, lo cierto es que provocan el impacto de estar ante la vehemencia de un cancionero tanguero que aglutina al infaltable “Sur”, “Niebla del riachuelo” o “Vuelvo al sur” y resume una suerte de ‘yo estuve ahí’, ‘hice lo mismo’ o ‘la pucha, cómo pasó el tiempo’. Sin embargo, la percepción táctil, olfativa, visual y auditiva de esas imágenes reconstruidas por el autor, son absolutamente nítidas y tangibles aunque los años, definitivamente, hayan trascurrido implacables.

El lanzamiento del libro tuvo lugar en el Auditorio de la librería Homo Sapiens y convocó a numerosos “amigos y lectores” a los que el autor agradeció su presencia, visiblemente conmovido. Lo acompañaron los escritores Marcelo Scalona y Andrea Ocampo, quienes expusieron sendos análisis sobre el trabajo presentado, el cual corresponde al tercer título de la colección “Ciudad y Orilla”.

 Lunita rosarina reúne escritos breves que Riestra publica semanalmente en la edición online del diario La Capital de Rosario, en donde también se desempeña como subsecretario de Redacción. “Cuando en el diario se plantean las columnas web como espacio abierto, no hay indicación alguna para que uno pueda ejercer su pluma”, dijo el autor, por lo que decidió lanzarse “en las aguas de la primera persona”. Los escritos, según explicó, son totalmente ajenos a la información o a la cobertura y hablan sobre la ciudad, el amor, el país, la política, los bares, las calles, los libros y los amigos.


¿Misceláneas o Aguafertes arltianas?
“No me gusta el rótulo de Aguafuertes, – expresó Ocampo – aunque bien capturan el espíritu de las arltianas ya que circulan del mismo modo: en un diario y ahora en un libro”. Para la escritora, algunos de los relatos de Riestra rondan la crónica y otros mutan hasta convertirse en microficciones: “Sobre todo, se mueven en el borde, terreno peligroso, donde la crítica social se mezcla con la poesía y la política se cruza con el recuerdo personal”.

Según Scalona, Lunita rosarina es una línea de construcción lírica formada por textos breves  o misceláneas, con la capacidad de construir sintagmas con un enorme cuidado. “Eso hace que en una prosa como ésta se pueda saborear el impacto lírico y la conmoción, más allá de la revelación de una verdad o la denuncia de una justicia”, agregó.

“Por la libertad y por aquel amigo que ya no está”
Uno de los momentos más conmovedores de la noche ocurrió, casi al final del encuentro, cuando Riestra dedicó Lunita Rosarina a Omar, “un entrañable amigo y compañero de andanzas”, fallecido. “Negro, por la libertad”, dijo, después de llenar su vaso de una petaca  (que bien pudo estar cargada de gin o ginebra, aunque carezca de sentido saber de qué bebidas se trataba) y lograr que más de un presente se emocionara hasta las lágrimas. Seguidamente leyó el texto “Adiós al amigo”, transcripto al pie de esta nota.         

“Una ciudad entre los bulevares – dijo Ocampo – donde las donde las generaciones confluyen y reconocen como pequeña ciudad interior y en ella especiales lugares de encuentro”. El libro, sin dudas, encierra la magia de un modo de mirar, de un espacio común, de un sitio inefable en el que sólo los rosarinos reconocen el arraigo, tal vez el amor (por qué no el desamor) y todos los sitios transitados que quedaron atrás, ya sean edificios demolidos, bares que cerraron sus puertas o, simplemente, que fueron sepultados por el olvido.

Adiós al amigo, por Sebastián Riestra
Fue una época de alcoholes estridentes y andanzas sin límite. La ciudad empezaba donde nosotros queríamos y no se terminaba nunca. La noche, en cambio, y como la vida, tenía fin: inevitablemente llegaba, inoportuna pero bella, la mañana.
(Y nos encontraba en cualquier parte, riéndonos casi siempre. Irreverentes, salvajes y –ahora lo comprendo– hermosos en nuestra desafiante libertad, que se negaba a ser vencida por el mundo, por la razón y por los años).
Ahora, claro, es tarde. Como suele pasar, llegó primero la muerte y se quedó con todas las flores. Las flores se pudren y los recuerdos pasan. Pero hay un poco de tiempo, antes, para que intenten salvarlos las palabras.
Y eso es lo que busco hacer aquí, salvar a los recuerdos de la muerte que se llevó al amigo. El ya está muerto pero por favor que no le pase lo mismo a la memoria. El ya se fue, malamente y dolorido, pero no vamos a dejar que el dolor nos derrote y nos aplaste o nos convierta en polvo y en olvido.
La ciudad se abría generosa y nosotros la andábamos sin miedo. Éramos amigos como sólo a los veintipico se es amigo. No nos importaba casi nada, es decir, nos importaba lo importante. En esa lista no figuraban el dinero ni las mujeres: sí el amor, que no es lo mismo. Y los libros, los discos, los árboles, los ríos, las botellas, las ideas, las calles, los perros, los naipes, la dulzura.
Creíamos en los gestos y éramos capaces de tenerlos. Creíamos en la aventura y teníamos el coraje de buscarla. Creíamos en el mar y fuimos a verlo.
Lo que nos separó después no importa. Estaremos siempre juntos en alguna vereda. Nuestras sombras se quedaron por ahí abrazadas. En algún barrio caminamos zigzagueando un poco: ginebras que recorrimos de la mano.
No hace falta nada más que haber estado. Con eso alcanza. Lo hicimos una vez y nos florece. Se nos escapan los pétalos por la boca. Volamos tanto que nos confundimos con el cielo.
El Negro anda en los bares y en nosotros. Hasta que otra vez nos reunamos, lo seremos. Bandera que entregamos al viento.
Amigo.

Sebastián Riestra 
Datos del autor
Sebastián Riestra nació en Rosario (1963), publicó cuatro libros de poesía: El ácido en las manos (1991), El porvenir de los muertos (2002), Clitoriana (2003) y Romero (2004).Participó en diversas antologías poéticas, coordinó talleres y ciclos en Rosario, Buenos Aires, La Plata y la provincia de Santa Fe. Actualmente es subsecretario de Redacción diario La Capital de Rosario.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Horacio González: "las bibliotecas deben replantearse"

Graciana Petrone para
http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/11/edicion_106/contenidos/noticia_5031.html


Horacio González 
Hace más de seis años que dirige la Biblioteca Nacional, el lugar por donde pasaron las grandes definiciones culturales de las épocas a lo largo de la historia argentina, fundamentalmente durante el siglo XIX. Portador de un diálogo insoluble y filosófico, Horacio González enfrenta uno de los cambios más profundos y paradigmáticos de la actualidad: las formas de lectura y apropiaciones que genera el libro electrónico, entre aquel ideal romántico en donde todo tiempo pasado fue mejor y la necesidad de adaptarse a las nuevas tecnologías.
—Hay símbolos e historias detrás de los libros, pero en la actualidad pareciera que en los adolescentes el grado de pertenencia y apropiación de esas tradiciones se dibuja sobre una línea un tanto difusa. ¿Por qué?
—Es cierto que hay una discontinuidad en la cultura y eso da la oportunidad a las nuevas generaciones de retomar el hilo. En este momento están cambiando las modalidades de lectura y los focos de interés cultural, aunque es difícil imaginar una sociedad o un tiempo histórico sin las mismas tareas culturales que se reiteren, bajo distintos nombres, a lo largo de todos los tiempos. Lectura va a haber siempre y desinterés (o el juicio sobre el desinterés) también va a existir. Siempre habrá quien declare que la generación anterior o la que le sigue son desinteresadas.
—¿Los momentos históricos marcan los modos de apropiaciones culturales?
—No en vano hay un cierto privilegio por nuestro propio tiempo y por eso es común que digamos "mi tiempo". Siempre creemos que hay una edad dorada, aquel tiempo que se presentaría como adánico, primitivo; un tiempo del nacimiento de las cosas al que nosotros habríamos asistido y hubiéramos tenido ese privilegio. Cada generación hace un cómputo respecto a la desaparición de las cosas que nos hubieran interesado, pero hay que tener confianza en que cada vez alguien retomará el hilo. Introducirse a un tema es algo que no tiene una explicación fácil y todos parecemos susceptibles de ser declarados vagos, indiferentes, de estar al margen del conflicto o preocupados por nuestras propias cosas. Sin embargo, tarde o temprano, levantamos el hilo suelto que parecía extinguido.
—El libro electrónico es causa de continuos debates. ¿Cómo trabaja la Biblioteca Nacional los proyectos relacionados con esa cuestión?
—El libro electrónico convive con todas las formas de libro conocidas, pero nosotros tenemos la obligación de declarar como forma superior el libro de papel. El libro electrónico es una pequeña biblioteca ambulante que genera la posibilidad de que algunas librerías y bibliotecas puedan ser sometidas a un severo interrogante. Las mediaciones urbanas o la experiencia vital del libro podrían desaparecer y no me gustaría que eso ocurra, por lo tanto ahí hay una gran responsabilidad de las empresas que difunden el libro electrónico. Cuando se habla de soporte, la civilización no es una cadena de soportes que van desde el DVD al iPhone, sino que es un conjunto de soportes asimétricos y discontinuos. De modo que no puede ser igual el libro electrónico al de hace cinco o seis siglos. Soy favorable a los procesos de digitalización, pero no hay en Argentina una política general de digitalización como en Francia, que hace de eso una cuestión de Estado y de disputa del control de la cultura. Acá eso no existe. Hay tecnología pero faltan proyectos generales, que deberán discutir las instituciones junto a los encargados de definir las políticas públicas.
—¿Es probable, entonces, que las generaciones nacidas en la era digital encuentren su significación en el libro electrónico?
—Es probable, pero no he visto personas por la calle hoy con el libro electrónico. Hay un locus, un lugar de la lectura del mundo que puede ser una biblioteca o un ómnibus; el libro electrónico lo sustituye pero no arraiga la experiencia primigenia del lector urbano. Uno imagina que avances técnicos pueden llegar a reproducir con cierta fidelidad, aunque no sea lo mismo, los efectos de la lectura del libro tal como se la conoce hasta ahora. Por un lado es innovador y por otro, hace como que la cultura vuelva a épocas muy pasadas en donde sólo existía la relación forma-contenido. La reproducción técnica es maravillosa al nivel del descubrimiento de nuevos aparatos, pero al mismo tiempo retrocedería a una forma primitiva de la relación forma-contenido.
—¿Cómo vive la Biblioteca Nacional su bicentenario?
—Tiene un paralelismo casi riguroso con los períodos históricos y sociales de la Argentina, desde Mariano Moreno hasta hoy. A pesar de que en su momento hubo directores que estuvieron más de cuatro décadas, hoy la biblioteca no está por encima de los momentos culturales. Eso siempre está sometido a discusión, si la Biblioteca es parte del Estado pero se expresa en un plano más inmune que el Estado a las vicisitudes políticas o si vive la vida política del Estado. Es un dilema interesante.
—¿Esos dilemas se han replanteado luego de la dictadura?
—La Biblioteca vive la vida de los ciclos políticos de la Argentina, lo que presupone un cambio de estatus. Antes los medios de comunicación dialogaban con el Estado de otra manera, eran parte del Estado y al mismo tiempo se situaban con un cierto privilegio de la palabra cultural. Hoy quienes pueden reclamar a los Estados son los medios de comunicación y tal como aparecen hoy en el mundo contemporáneo, las bibliotecas deben replantearse su situación, ya que hoy no son el centro por donde pasan las definiciones culturales de la época. Lo eran hasta la época de Paul Groussac y también en ciertos momentos donde estuvo Borges, simplemente porque estaba Borges. Hoy las bibliotecas quieren salvarse desde lo social o comunitario adquiriendo rápidamente las tecnologías, lo que en cierto punto es necesario, pero también deberían recuperar su autonomía cultural.
Instantánea
Horacio González (Buenos Aires, 1944) se doctoró en Ciencias Sociales en la Universidad de San Pablo en 1992. Además de director de la Biblioteca Nacional, es profesor en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Rosario y en la Facultad LIbre. Es editor de la revista "El ojo mocho" y entre sus libros se encuentran El filósofo cesante, Arlt: política y locura, El arte de viajar en taxi y Aguafuertes pasajeras. González participará en un encuentro donde se discutirá en torno a la conservación de obra plana, que se desarrollará el 17 y 18 de este mes, en el Centro Cultural Parque de España.

lunes, 25 de octubre de 2010

“La mano izquierda de Dios”, el cuarto tomo del trabajo de Horacio Verbitsky sobre la Historia política de la Iglesia Católica.

Cuando hace quince años Horacio Vertbitsky escuchó, de boca del ex Capitán de Corbeta Adolfo Scilingo, que los capellanes del ejército fueron una pieza fundamental en un tenebroso plan que consistió en arrojar a civiles desde los aviones, ya que “confortaban a los oficiales que volvían de esas misiones siniestras”, nunca pensó que aquella conversación sería el disparador de un extenso trabajo de investigación. La mano izquierda de Dios (Editorial Sudmericana), presentado recientemente, corresponde al cuarto título de “Historia política de la Iglesia Católica”, el pormenorizado estudio llevado a cabo por el periodista, que revela la participación  activa del clero argentino en la vida del país.

“Él se lo buscó”
La mano izquierda de Dios abarca el período que va desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983 y revela, con detalles precisos, citas, fechas y testimonios directos hasta qué punto la Iglesia se adhirió, justificó y solapó al aparato represor de la dictadura: nada menos que a las muertes, las torturas, los secuestros y las desapariciones llevadas a cabo por el Gobierno militar.

En sus primeras páginas el libro muestra la verdadera historia del asesinato de Luis Bonamín, un militante de la Juventud Peronista Universitaria y sobrino nieto del presbítero castrense Victorio Bonamín, quien no hizo absolutamente nada para prevenir su secuestro y posterior ejecución. Según cuenta Verbitsky, cuando los padres del muchacho pidieron ayuda al sacerdote para encontrar a su hijo, la respuesta fue: 'Él se lo buscó'. 

También describe cómo la Iglesia colaboró con la entrega de ciudadanos a las fuerzas militares. “La policía de Córdoba – escribe Verbitsky – pidió que los colegios parroquiales y religiosos entregaran la lista de domicilios  de sus profesores y alumnos y el Seminario Menor de Jesús María la de su personal docente y administrativo”. La información entregada por el clero “permitió el secuestro y la desaparición de al menos dos alumnos  de colegios religiosos”. 
  
Casi como la Santa Inquisición
La Iglesia celebró abiertamente la llegada de Jorge Rafael Videla a la presidencia, ya que sostenía que, con la ayuda del Gobierno militar, el país iba a librarse de la “subversión y la deshonestidad”. Tal como consta en las páginas del libro el arzobispo de Avellaneda, Antonio Quarracino, vio “un renacimiento de la esperanza”, en tanto el de Rosario, Guillermo Bolatti, dio por superado “el peligro de una ruptura de la unidad de la patria”. Verbitsky explica que en aquel momento “subversión era un término indefinido que comprendía a guerrilleros, opositores políticos, gremialistas, personas con ideas liberales, socialcristianas o preocupadas por cuestiones sociales”, lo que convertía en posibles blancos a miles civiles.

Basados en los tratados filosóficos de San Agustín y Santo Tomás, que “si el orden, querido y establecido por Dios es amenazado o agredido, es necesaria la violencia para reestablecerlo”, muchos altos sacerdotes del clero argentino apoyaban las torturas y los secuestros ya que consideraban que “buena es la violencia que se ejerce en defensa de la verdad, el bien y el orden, frente al error, el mal y el desorden”. Por entonces el vicario de las Fuerzas Armadas, Adolfo Tórtolo, criticó duramente a los curas que protestaban contra las estructuras de la iglesia y llamó “insensata” a la frase: “No se puede predicar a estómagos vacíos”.

La mano izquierda de Dios relata, con datos precisos, de qué manera la Iglesia consintió las atrocidades llevadas a cabo por el Gobierno militar durante los años que duró la dictadura, como así también la fractura interna sufrida, que provocó la dimisión de sacerdotes y en algunos casos, su tortura y muerte. Luego de sus tristes intervenciones en la política del país, la credibilidad y la confianza en el clero, por parte de los ciudadanos argentinos, ha disminuido notoriamente. “Abandonar los combates por el control del Estado es, antes que una alternativa, el único camino que la Iglesia Católica tiene para frenar su lento pero constante descenso hacia la irrelevancia”, concluye el periodista.


Historia política de la Iglesia católica

A partir del momento en que Scilingo le contó a Verbitsky que la alta jerarquía de la Iglesia aprobaba los “vuelos de muerte” y llevaban paz a los oficiales encargados de arrojar los cuerpo al mar, el periodista publicó cuatros tomos de la “Historia política dela Iglesia Católica”. Los libros fueron “Cristo vence”, la Iglesia en la Argentina: un siglo de historia política (1884-1983); “La Violencia Evangélica”, de Lonardi al Cordobazo; Vigilia de armas, del Cordobazo de 1969 al 23 de marzo de 1976 y La mano izquierda de Dios, la última dictadura (1976- 1983). 




martes, 19 de octubre de 2010

Encuentro Homenaje al escritor Haroldo Conti



La Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), junto a la Sede de Gobierno de la UNR, la Subsecretaría de Derechos Humanos de la UNR y el cine el Cairo, invita a participar en el encuentro Homenaje a Haroldo Conti que se llevará a cabo entre los días 19 y 24 de octubre. Las actividades principales serán ciclos de cine, muestras gráficas,  mesas y debates que girarán en torno a la vida y obra del escritor, crítico y guionista de cine, desaparecido durante la última dictadura militar. “La idea surgió con el propósito de recuperar la tradición literaria de Haroldo Conti, que lamentablemente ha quedado fuera del canon argentino”, expresó Alejandro Vila, integrante de la parte organizativa de las jornadas.


“También teníamos la idea de hacer un encuentro que no se agotara en la obra literaria, sino que diera cuenta de su vida y sus pasiones y el cine era una de ellas”, dijo. Es por ello que está prevista una serie de proyecciones, a partir del 21 de octubre en el cine El Cairo, con películas basadas en sus obras. Tal es el caso de “Sudeste”, su primera novela, llevada a la pantalla grande por Sergio Renán en 1977. También se exhibirá el documental "El Retrato Postergado", de  Andrés Cuervo, " Homo Viator", de Miguel Mato y " Crecer de Golpe".    


El acto inaugural está previsto para hoy a las 18 en la Sede de Gobierno UNR, Maipú 1065 y contará con la participación de Marcelo Conti, hijo del escritor y curador de la muestra fotográfica itinerante “Como un león”, del Museo de Arte y Memoria de La Plata, que se exhibirá durante 15 días en el salón principal de la Sede de Gobierno UNR. A las 19, Magdalena Aliau, profesora de la Escuela de Letras (UNR) hará un comentario crítico sobre el cuento “Como un león” y a las 20 tendrá lugar la Mesa de diálogo "La vida, la política y la literatura de Haroldo Conti", a cargo de Nestor Restivo, Mario Goloboff y Marcelo Conti, con la coordinación de Mirtha Taborda.


La convocatoria es gratuita y abierta a la comunidad. Quienes deseen  obtener el certificado de asistencia del Encuentro, deberán inscribirse previamente en la Secretaría Estudiantil de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), entre Ríos 758. No obstante, la entrada al cine costará 6 pesos y 3 para los estudiantes de la UNR.


Programa del Encuentro Homenaje a Haroldo Conti
19 de octubre
(Sede de Gobierno UNR, Maipú 1065)
18.00 hs: Apertura del Encuentro. Acto Homenaje a Haroldo Conti. Con la participación de Marcelo Conti.
Inauguración de la muestra itinerante "Como un león" del Museo de Arte y Memoria de La Plata.
19:00 hs: Comentario crítico sobre el cuento "Cómo un león" a cargo de la  la Prof. Magdalena Aliau (U.N.R Carrera de Letras)
20:00 hs: Mesa de diálogo: "La vida, la política y la literatura de Haroldo Conti"  Nestor Restivo, Mario Goloboff y Marcelo Conti. Coordina: Mirtha Taborda
 20 de octubre
(Salón de Actos, Facultad de Humanidades y Artes, Entre Ríos 758)
18.00 hs: “Los escritores hablan de Haroldo”
 Carlos María Domínguez, Mario Goloboff y Marcelo Britos
21 de octubre
(Salón de Actos, Facultad de Humanidades y Artes, Entre Ríos 758)
18.00 hs. “El cine y Haroldo Conti”
Emilio Bellón, Andrés Cuervo y Sergio Bellotti
22 de octubre
(Salón de Actos, Facultad de Humanidades y Artes, Entre Ríos 758)
18:00 hs. “Haroldo Conti y su generación en el canon literario argentino”
Eduardo Romano, Iciar Recalde y Graciela Aletta de Sylvas
Ciclo de Cine  El Cairo, Santa Fe 1120.
21 de octubre - 20:30 hs. "El Retrato Postergado".  Dirección: Andrés Cuervo
22 de octubre - 20:30 hs. "Sudeste". Dirección: Sergio Bellotti
23 de octubre - 20:30 hs. " Homo Viator". Dirección: Miguel Mato
24 de octubre - 20:30 hs. " Crecer de Golpe". Dirección: Sergio Renán.
(fuente: entrevista de Andrea Ocampo con Marcelo Britos y Alejandro Vila para el programa Obra en deconstrucción, FM RAdio Universidad Rosario) 

martes, 28 de septiembre de 2010

Tercer Congreso Argentino de Cultura 2010, realizado en la ciudad de San Juan

Graciana Petrone para
http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/9/edicion_100/contenidos/noticia_5151.html
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Cuando la cultura gana las calles

La gente colma las calles de la ciudad de San Juan
Los habitantes de San Juan desconocen el ritmo vertiginoso de las grandes concentraciones urbanas. Las calles dibujan líneas rectas, diagonales y rotondas que bordean los parques y las plazas. Los edificios públicos, de joven arquitectura, irrumpen en la escena cotidiana con aires renacentistas. Una idiosincrasia singular, mestizada de austeridad, soberbia, césped y cemento que rinde un verdadero culto al resurgimiento como consecuencia, tal vez, de sufrir en el pasado la catástrofe ambiental más sangrienta de la historia argentina.
Además del recuerdo y el dolor instalados en la memoria colectiva por aquel terremoto que el 15 de enero de 1944 cobró casi 10 mil vidas y destruyó gran parte de sus construcciones, los lugareños aún mantienen intactas muchas de sus costumbres provincianas.
En la ciudad de San Juan el horario de la siesta es respetado con la misma rectitud con que un musulmán reza sus oraciones. Pasado el mediodía, cuando el aire caliente y seco del zonda potencia los rayos del sol, las persianas de las casas y los comercios permanecen cerradas hasta que el calor cede y vuelve el momento de retomar la marcha de las actividades habituales. Pero entre el 15 y el 19 de septiembre pasado su tranquilidad fue interrumpida al convertirse en la sede del Tercer Congreso Argentino de Cultura.
Más de seis mil personas de todos los puntos del país participaron del evento y transformaron las calles cuyanas en laberintos a cielo abierto, en donde el debate y las inquietudes pugnaron por encontrar salidas favorables. Bajo el lema “Por una cultura federal en el camino hacia la integración latinoamericana”, intelectuales, jóvenes, representantes de organizaciones de pueblos originarios, artistas y ciudadanos analizaron ponencias y discursos desarrollados en función de las demandas de una sociedad en permanente cambio basada en la diversidad, la pluralidad del lenguaje, las nuevas tecnologías, el respeto y la equidad. Otra premisa del encuentro fue la “vinculación de conceptos históricamente disociados entre sí, como lo son civilización-barbarie o progreso-atraso”.
Los foros de reflexión, las conferencias magistrales, los talleres de participación colectiva para niños y adultos y las ponencias cobraron un papel estelar. En las plazas y calles sanjuaninas diversas muestras interdisciplinarias abordaron el arte, la historia, los derechos humanos y el humor gráfico, entre otros temas. Así, “Crónica de la Nación Latinoamericana” reseñó los procesos que funcionaron a favor de la emancipación del continente; “200 años de historia”, con curaduría de Felipe Pigna, ofreció material documental desde 1810 hasta el presente y “Camino al Bicentenario... ellos quieren contarnos” fue una impactante puesta que incluyó 50 pancartas armadas por las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora con cartas, fotos y recuerdos que dieron cuenta de aspectos de la vida de los detenidos y desaparecidos durante la última dictadura militar. También hubo sesiones maratónicas con numerosas actividades recreativas: espectáculos circenses, teatro callejero, bibliotecas móviles y espectáculos musicales, todos los días y de forma ininterrumpida desde las 9 hasta las 2 de la madrugada.
“Una de las cosas más bellas que se vieron fue que el Congreso ganó las calles”, dijo el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia. Efectivamente el debate cobró más fuerza en las mesas de café, las plazas, las aceras y las ferias. Las voces de los ciudadanos comunes parecieron más interesadas por participar en discusiones cotidianas sobre la integración, la posibilidad de generar nuevos espacios de producción o fomentar el respeto a la diversidad regional, antes que en los informes oficiales que anoticiaban que la industria cultural alcanzó, durante 2009, un incremento del 7,9 por ciento, cifrá que se tradujo en una participación de 3,5 en el Producto Bruto Interno (PBI).
A pura feria
Otro de los ejes del Congreso fue fortalecer el federalismo y fomentar la integración en la diversidad de la “Patria Grande”. La feria federal, denominada Feria del Encuentro y realizada en el gigantesco predio de la ciudad, operó como punto de unión para estrechar lazos entre las provincias argentinas. En cada uno de los stands, las regiones mostraron sus artesanías, maquetas y folletos turísticos representativos. El espacio perteneciente a la provincia de Santa Fe exhibió títulos de los autores más emblemáticos de la literatura local y en donde la Poesía Completa de Aldo Oliva ocupó, en tierras sanjuaninas, un merecido lugar de privilegio.
Dentro del predio funcionaron también la Feria de la Cultura Popular y el Libro, donde hubo conferencias y presentaciones editoriales y cinematográficas; el stand del Centro Federal de Inversiones (CFI), que exhibió un imponente mural con la reproducción de las obras plásticas ganadoras del premio federal, y la Carpa de Cultura y Vino, con las infaltables degustaciones y 24 puestos gastronómicos en los que cada provincia ofreció sus sabores tradicionales. En el sector de la Secretaría de Cultura de la Nación, una pantalla gigante ofreció durante los cinco días que duró el congreso numerosas producciones audiovisuales. El recorrido completo por las instalaciones dejaba en los visitantes la sensación de realizar varios viajes fugaces (y en una misma noche) hacia todos los puntos del país.
Recuerdos de provincia
Pirámide truncada, insignia de la Independencia en 1816  
Muchos de los temas que Sarmiento desarrolló en sus escritos sobre civilización y barbarie, crispaciones políticas, educación o pedagogía fueron también abordados en el Congreso. Pero más significativo aún fue que a espaldas de donde hoy renace la réplica de aquella pirámide blanca con punta truncada, se levanta el opulento edificio del Centro Cívico de la ciudad de San Juan. El sitio no es otro más que el mismísimo solar que él describió, en Recuerdos de Provincia, como un paraje desolador al que iban de vez en cuando las vacas a guarecerse del sol bajo las sombras de los álamos. Pasados casi dos siglos, su tierra convocó a intelectuales, funcionarios de Estado y ciudadanos para discutir el desarrollo, la integración, las políticas culturales y los cambios de paradigmas.
“Uno de los planteos que genera más dicotomías es definir a las políticas culturales —aseguró el artista plástico Daniel Santoro—- No tengo en claro qué es una política cultural, como tampoco tengo en claro, definitivamente, lo que es cultura. Siempre es un tema de arduo debate. Generalmente se usa como una anatema para desprestigiar a una gestión cultural. Lo que se dice es que un gobierno «carece de una política cultural» y, lamentablemente, es muy difícil remontar esa imputación porque es muy difícil definir una política cultural y es ahí que hay una paradoja insoluble”. Para Coscia “los cambios de paradigmas van de la mano con el modelo que el gobierno plantea como país”, aunque desde cualquier gestión el intento no resulte sencillo. “Como funcionario yo expreso esta dualidad resistencia-gobierno —dijo—. Soy secretario de Cultura pero todos los días me levanto con una actitud de resistir a las fuerzas que siempre se oponen a cambiar las estructuras clásicas”.
Poco antes de las 12 del domingo 19 de septiembre en el Auditorio Juan Victoria, Coscia cerró formalmente el Congreso y expuso las conclusiones que, garantizadas por las autoridades de las áreas de Cultura de todas las provincias, se elevarán a la Cámara de Diputados de la Nación para que el Legislativo formalice la constitución del Consejo Federal de Cultura, junto a la ratificación de los “Diez Puntos Estratégicos” del proyecto de la Ley Federal de Cultura. Los días de exhaustivos debates terminaron; bajo el calor del sol sanjuanino el público emprendió el regreso a sus hogares con la esperanza de que se concrete la tarea más compleja: traducir las teorías en hechos reales.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Nuestro Vinicius, el libro de la escritora y periodista Liana Wenner sobre una de las leyendas de la Bossa Nova

Graciana Petrone para
http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/9/edicion_99/contenidos/noticia_5080.html


De más y en generosas proporciones la pasión fluye de la sangre de un bahiano, del paso electrizante de las comparsas de Río y del temblor de las batucadas, muchas veces improvisadas en las puertas de los morros. Esa forma, que desconoce términos medios, propició en Brasil explosiones de amor, sexo, música, poesía e incluso violencia. Así, entre sus historias de arraigo y saudade, a mediados del siglo pasado y en la antesala de los años de plomo, surgió la bossa nova, ese mestizaje de jazz con ritmos de samba que tuvo, entre sus voces más referenciales, al mítico y revolucionario Vinicius de Moraes (1913-1980).

Poeta, crítico de cine y diplomático devenido en cantautor, fue parte de un movimiento que no sólo transformó los campos de la literatura y la música en su tierra sino también las formas de consumo estético en otros lugares de Latinoamérica. Uruguay y Argentina fueron los países que acogieron a la bossa nova con más fuerza y permitieron que la seducción de sus canciones, despojadas de toda carga política, anclara en el Buenos Aires nocturno de 1968, sin encontrar el menor atisbo de resistencia. Por el contrario, en un contexto social sumamente convulsionado el fenómeno Vinicius con su particular forma de cantarle a la vida, al erotismo, a las mujeres y a la amistad (como quien susurra versos de amor), fue un éxito imparable. Nuestro Vinicius, de la escritora y periodista Liana Wenner, relata en forma pormenorizada ese hechizo que comenzó cuando Ediciones de la Flor publicó su libro de poemas Para vivir un gran amor.

"La primera edición de Para vivir... salió en agosto de 1968, coincidiendo con el show que Vinicius y Doryval Caymmi dieron en el teatro Ópera —apunta Wenner—. En sólo dos años De la Flor vendió quince ediciones de ese título, que además exportó a Montevideo y Santiago de Chile". Vinicius publicó otras cuatro obras con el mismo sello: Para una muchacha con una flor, Antología poética, Orfeo de la Concepción y El arca de Noé. "Los libros que editaba De la Flor eran un suceso y el Poetinha armaba un verdadero revuelo cuando firmaba ejemplares y, mucho más adelante, esto se produjo a mayor escala en la primera Feria del Libro".

Diplomacia y alcohol
La década del 60 entraba en su último cuarto de siglo. La otrora prosperidad del gobierno de Juscelino Kubitschek, en la que Brasil brilló en el teatro, la poesía, las artes plásticas y hasta en el fútbol (con su primer campeonato mundial), era cosa del pasado. Veinte años más tarde, la dictadura del mariscal Costa e Silva anunciaba medidas extremas y persecutorias contra miles de ciudadanos. De Moraes supo de la noticia a través de la prensa en un hotel de Lisboa. "Esa noche tenían función —reseña Wenner—. Antes de terminar, Vinicius se pronunció contra ese golpe dentro del golpe y recitó el poema «Mi patria» mientras Baden Powell comenzaba a puntear los acordes del himno nacional brasilero". La democracia era historia, pero también su carrera diplomática.

Sus costumbres noctámbulas y la adicción al alcohol lo alejaron de sus funciones. Las recorridas por los bares de Copacabana y las fiestas con bebidas y mujeres hasta el amanecer eran incompatibles con el trabajo del Ministerio. "Era común que sin haber dormido —cuenta Wenner— tuviese que ir al puerto de Montevideo a recibir algún barco que llegaba de Brasil". Su amigo Daniel Terra recuerda en el libro que a veces, cuando el buque llegaba, él subía a la planchada con "una botella de whisky encima". Tampoco congeniaba con la paternidad; aunque tuvo cinco hijos fue un padre ausente. Se casó en ocho oportunidades y no faltaron los conflictos de divorcio, especialmente con la bahiana Gesse Gessy. El último matrimonio, "hecho de despedidas y desencuentros", lo contrajo con la argentina Marta Rodríguez Santamaría, treinta y cinco años menor que él.

Un disco alquímico
"Felicidad", "Irene", "Lamento de la colina" y la emblemática "Chica de Ipanema" son algunos de los temas del long play La Fusa, grabado junto a Toquinho y María Creuza. Fue un "disco alquímico" que funcionó como "piedra de encantamiento" y, en definitiva, lo que llevó a Liana Wenner a escribir Nuestro Vinicius: "Una endovenosa de alegría, belleza, erotismo y vitalidad en un momento en que la realidad circundante era la devastación y el encierro de donde emanaba una fuerte sensación de claustrofobia".

Al poco tiempo de su primer recital en Buenos Aires, Vinicius era una "leyenda viviente". Extremadamente carismático entabló amistad con intelectuales, burgueses, artistas o bohemios: Daniel Divinsky, María Rosa Oliver, Pirí Lugones, el Bambino Veira, Mario Trejo, Egle Martin y Libertad Leblanc, sólo por mencionar algunos. Amante del tango, conoció a Astor Piazzola y a Horacio Ferrer, quien cuenta en el libro que juntos pensaron escribir a cuatro manos un musical que se llamaría "Los exiliados de la Cruz del sur".

Nuestro Vinicius reconstruye el vínculo que aquel foráneo, con un idioma diferente y costumbres exóticas, estableció con la juventud de la época y funcionó, en medio del caos, como un elemento purificador. Para su editor, Pablo Avelluto, habla de un "universo cultural porteño que ya no existe más", de una recuperación de "La Fusa como punto de encuentro de diferentes tradiciones", la gente del Mau Mau, los tilingos o "Carlos Perciavalle inventando el café concert".

Con emotividad, Liana Wenner detalla la llegada de sus poemas al país, sus días en Brasil, sus mujeres, los espacios nocturnos en los que impuso nuevas formas de escuchar música e incluso, cuando componía sus versos desnudo en la bañera, el mismo lugar donde encontró la muerte en la madrugada del 9 de julio de 1980.

Datos de la autora
Liana Wenner nació en Buenos Aires en 1968. Es periodista cultural y de espectáculos, y se desempeña como emprendedora cultural. "Me sentía en deuda con Vinicius por haberme dado instantes de indestructible felicidad cuando escuchaba el long play La Fusa en mi tocadiscos de plástico color anaranjado. Ese tocadiscos estaba en mi cuarto, y allá afuera la belleza y el amor habían desaparecido. Eran los finales de una década que empezó muy bien y terminó muy pero muy mal: los setenta", dice en el prólogo de Nuestro Vinicius.