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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Masacre de Rincón Bomba: Un pasaje macabro de la historia argentina

Graciana Petrone

Centenares de aborígenes fueron masacrados en Formosa mientras reclamaban pacíficamente por comida. Exigen al Estado Nacional que reconozca el genocidio.

Alrededor de 500 cuerpos sin vida y bañados en sangre yacían diseminados sobre los senderos que bordean la plaza central de Ayo Bomba, una pequeña localidad de la provincia de Formosa. La tragedia ocurrió cuando efectivos de Gendarmería Nacional  abrieron fuego contra cientos de integrantes de la comunidad Pilagá, que reclamaban en forma pacífica por el envío de provisiones y medicamentos desde la Casa Rosada. Aunque una de las premisas del periodismo a la hora de informar es la inmediatez del hecho, cuando estos datos se conocieron en 2005, la noticia ya era vieja. La tribu aborigen agredida debió esperar más de 50 años para que saliera a la luz la verdad sobre la masacre de la que fue víctima su pueblo en octubre de 1947. 

La génesis del hecho, que en la actualidad se conoce como “Octubre Bomba”, tuvo lugar a mediados del siglo pasado cuando miembros de la tribu Pilagá se negaron a trabajar como esclavos en ingenios azucareros en la provincia de Salta y retornaron a Formosa. Al regresar a su lugar de origen enfrentaron otra dura realidad: la falta de comida. Fue entonces que iniciaron reclamos al gobierno de Juan Domingo Perón. “Cuando el General se entera de la situación envía dos vagones con alimentos, ropa y medicamentos”, cuenta Rodolfo Hachen, profesor de lingüística de la Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Pero lo cierto es que las provisiones fueron retenidas por la policía formoseña y repartidas entre los gendarmes y algunos habitantes del lugar. Según el académico, sólo les dejaron “los despojos y comida en mal estado”, lo que motivó la “muerte de 50 indígenas más por intoxicación”. La comunidad Pilagá creyó que Perón los había defraudado y salieron a reclamar en forma pacífica, totalmente desarmados, mientras los gendarmes asesinaron brutalmente a unos 500 aborígenes, en su mayoría niños, mujeres y ancianos. “Como una escena absurda en una película de Leonardo Fabio - explica - cientos de ellos marchaban por las calles portando retratos de Perón y Evita y fueron baleados por las ametralladoras”.

La verdad desenterrada y un reclamo que continúa
Durante una exploración llevada a cabo por profesionales del Equipo de Investigación del Crimen Forense, el 17 de marzo de 2005 fueron hallados 27 cadáveres, enterrados en distintos lugares de la localidad de Ayo Bomba y en sus alrededores. Enrique Prueguer, uno de los especialistas a cargo de la investigación que abrió la puerta de uno de los pasadizos ocultos más sangrientos de la historia de los pueblos originarios, detalló en su informe que los restos no estaban en una fosa común sino que se encontraron en diversos lugares. “La masacre no terminó cuando los gendarmes atacaron a los indígenas durante la manifestación – aclara Hachen al respecto - sino que los persiguieron y  los fueron matando y enterrando a medida que los ultimaban”.

Actualmente la comunidad Pilagá reclama al Estado que el “Octubre Bomba” se reconozca como genocidio. El pedido lo realizaron los abogados Carlos Díaz y Julio García ante el Juzgado Federal de Formosa en 2005, en una demanda donde exigieron que la Nación pague una indemnización a los aborígenes “por daños y perjuicios, lucro cesante, daño emergente, daño moral y determinación de la verdad histórica”.  Según cuenta Hachen, la Fundación Rigoberta Menchú actuó como aval en esos juicios, en los que se solicitaba un resarcimiento económico con el “mismo tratamiento” que se les había dado a las víctimas de la última dictadura Militar.

“La respuesta del Gobierno – asegura el catedrático - fue que no se trató de un genocidio ya que los Pilagá no constituían un pueblo. Se les negó el hecho histórico y también su carácter de ciudadano”. Para Hachen, el motivo del rechazo fue a causa de que Néstor Kirchner, quien estaba al frente del Ejecutivo Nacional en 2005, no quiso dar curso a una demanda dirigida directamente “contra la figura de Perón”.  Las distintas organizaciones de Derechos Humanos del país tampoco adhirieron su apoyo. “Recién este año algunas de las asociaciones están entendiendo que las causas de los aborígenes deben ser defendidas con el mismo tenor – sintetiza - y por primera vez, en 2010, algunas agrupaciones participaron en el Congreso de las Lenguas”.

Rodolfo Hachen, profesor de linguística de la Universidad Nacional de Rosario

Fuentes
Rodolfo Hachen, entrevista para FM Universidad, 30 de mayo de 2010
Documentales / archivo
Indymedia, nota de Eduardo Rodríguez Baz



















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