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Cuando la cultura gana las calles
La gente colma las calles de la ciudad de San Juan |
Los habitantes de San Juan desconocen el ritmo vertiginoso de las grandes concentraciones urbanas. Las calles dibujan líneas rectas, diagonales y rotondas que bordean los parques y las plazas. Los edificios públicos, de joven arquitectura, irrumpen en la escena cotidiana con aires renacentistas. Una idiosincrasia singular, mestizada de austeridad, soberbia, césped y cemento que rinde un verdadero culto al resurgimiento como consecuencia, tal vez, de sufrir en el pasado la catástrofe ambiental más sangrienta de la historia argentina.
Además del recuerdo y el dolor instalados en la memoria colectiva por aquel terremoto que el 15 de enero de 1944 cobró casi 10 mil vidas y destruyó gran parte de sus construcciones, los lugareños aún mantienen intactas muchas de sus costumbres provincianas.
En la ciudad de San Juan el horario de la siesta es respetado con la misma rectitud con que un musulmán reza sus oraciones. Pasado el mediodía, cuando el aire caliente y seco del zonda potencia los rayos del sol, las persianas de las casas y los comercios permanecen cerradas hasta que el calor cede y vuelve el momento de retomar la marcha de las actividades habituales. Pero entre el 15 y el 19 de septiembre pasado su tranquilidad fue interrumpida al convertirse en la sede del Tercer Congreso Argentino de Cultura.
Más de seis mil personas de todos los puntos del país participaron del evento y transformaron las calles cuyanas en laberintos a cielo abierto, en donde el debate y las inquietudes pugnaron por encontrar salidas favorables. Bajo el lema “Por una cultura federal en el camino hacia la integración latinoamericana”, intelectuales, jóvenes, representantes de organizaciones de pueblos originarios, artistas y ciudadanos analizaron ponencias y discursos desarrollados en función de las demandas de una sociedad en permanente cambio basada en la diversidad, la pluralidad del lenguaje, las nuevas tecnologías, el respeto y la equidad. Otra premisa del encuentro fue la “vinculación de conceptos históricamente disociados entre sí, como lo son civilización-barbarie o progreso-atraso”.
Los foros de reflexión, las conferencias magistrales, los talleres de participación colectiva para niños y adultos y las ponencias cobraron un papel estelar. En las plazas y calles sanjuaninas diversas muestras interdisciplinarias abordaron el arte, la historia, los derechos humanos y el humor gráfico, entre otros temas. Así, “Crónica de la Nación Latinoamericana” reseñó los procesos que funcionaron a favor de la emancipación del continente; “200 años de historia”, con curaduría de Felipe Pigna, ofreció material documental desde 1810 hasta el presente y “Camino al Bicentenario... ellos quieren contarnos” fue una impactante puesta que incluyó 50 pancartas armadas por las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora con cartas, fotos y recuerdos que dieron cuenta de aspectos de la vida de los detenidos y desaparecidos durante la última dictadura militar. También hubo sesiones maratónicas con numerosas actividades recreativas: espectáculos circenses, teatro callejero, bibliotecas móviles y espectáculos musicales, todos los días y de forma ininterrumpida desde las 9 hasta las 2 de la madrugada.
“Una de las cosas más bellas que se vieron fue que el Congreso ganó las calles”, dijo el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia. Efectivamente el debate cobró más fuerza en las mesas de café, las plazas, las aceras y las ferias. Las voces de los ciudadanos comunes parecieron más interesadas por participar en discusiones cotidianas sobre la integración, la posibilidad de generar nuevos espacios de producción o fomentar el respeto a la diversidad regional, antes que en los informes oficiales que anoticiaban que la industria cultural alcanzó, durante 2009, un incremento del 7,9 por ciento, cifrá que se tradujo en una participación de 3,5 en el Producto Bruto Interno (PBI).
A pura feria
Otro de los ejes del Congreso fue fortalecer el federalismo y fomentar la integración en la diversidad de la “Patria Grande”. La feria federal, denominada Feria del Encuentro y realizada en el gigantesco predio de la ciudad, operó como punto de unión para estrechar lazos entre las provincias argentinas. En cada uno de los stands, las regiones mostraron sus artesanías, maquetas y folletos turísticos representativos. El espacio perteneciente a la provincia de Santa Fe exhibió títulos de los autores más emblemáticos de la literatura local y en donde la Poesía Completa de Aldo Oliva ocupó, en tierras sanjuaninas, un merecido lugar de privilegio.
Dentro del predio funcionaron también la Feria de la Cultura Popular y el Libro, donde hubo conferencias y presentaciones editoriales y cinematográficas; el stand del Centro Federal de Inversiones (CFI), que exhibió un imponente mural con la reproducción de las obras plásticas ganadoras del premio federal, y la Carpa de Cultura y Vino, con las infaltables degustaciones y 24 puestos gastronómicos en los que cada provincia ofreció sus sabores tradicionales. En el sector de la Secretaría de Cultura de la Nación, una pantalla gigante ofreció durante los cinco días que duró el congreso numerosas producciones audiovisuales. El recorrido completo por las instalaciones dejaba en los visitantes la sensación de realizar varios viajes fugaces (y en una misma noche) hacia todos los puntos del país.
Recuerdos de provincia
Pirámide truncada, insignia de la Independencia en 1816 |
Muchos de los temas que Sarmiento desarrolló en sus escritos sobre civilización y barbarie, crispaciones políticas, educación o pedagogía fueron también abordados en el Congreso. Pero más significativo aún fue que a espaldas de donde hoy renace la réplica de aquella pirámide blanca con punta truncada, se levanta el opulento edificio del Centro Cívico de la ciudad de San Juan. El sitio no es otro más que el mismísimo solar que él describió, en Recuerdos de Provincia, como un paraje desolador al que iban de vez en cuando las vacas a guarecerse del sol bajo las sombras de los álamos. Pasados casi dos siglos, su tierra convocó a intelectuales, funcionarios de Estado y ciudadanos para discutir el desarrollo, la integración, las políticas culturales y los cambios de paradigmas.
“Uno de los planteos que genera más dicotomías es definir a las políticas culturales —aseguró el artista plástico Daniel Santoro—- No tengo en claro qué es una política cultural, como tampoco tengo en claro, definitivamente, lo que es cultura. Siempre es un tema de arduo debate. Generalmente se usa como una anatema para desprestigiar a una gestión cultural. Lo que se dice es que un gobierno «carece de una política cultural» y, lamentablemente, es muy difícil remontar esa imputación porque es muy difícil definir una política cultural y es ahí que hay una paradoja insoluble”. Para Coscia “los cambios de paradigmas van de la mano con el modelo que el gobierno plantea como país”, aunque desde cualquier gestión el intento no resulte sencillo. “Como funcionario yo expreso esta dualidad resistencia-gobierno —dijo—. Soy secretario de Cultura pero todos los días me levanto con una actitud de resistir a las fuerzas que siempre se oponen a cambiar las estructuras clásicas”.
Poco antes de las 12 del domingo 19 de septiembre en el Auditorio Juan Victoria, Coscia cerró formalmente el Congreso y expuso las conclusiones que, garantizadas por las autoridades de las áreas de Cultura de todas las provincias, se elevarán a la Cámara de Diputados de la Nación para que el Legislativo formalice la constitución del Consejo Federal de Cultura, junto a la ratificación de los “Diez Puntos Estratégicos” del proyecto de la Ley Federal de Cultura. Los días de exhaustivos debates terminaron; bajo el calor del sol sanjuanino el público emprendió el regreso a sus hogares con la esperanza de que se concrete la tarea más compleja: traducir las teorías en hechos reales.
Excelente crónica de un evento que movió a la ciudad y despertó la esperanza de que se invierta y trabaje en pro de la cultura, inversión que siempre redundará en mejor calidad de vida y en la construcción de la paz.
ResponderEliminarSaludos desde la ciudad de México.