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domingo, 11 de julio de 2010

Ojos negros, del economista y escritor Eduardo sguiglia

Drama, aventra y acción en tierras de África y México, los lugares que Eduardo Sguiglia eligió para desarrollar los capítulos más impactantes de su libro.

Graciana Petrone para
http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2010/7/edicion_89/contenidos/noticia_5026.html

Conflictos corruptos y sangrientos bañan desde hace décadas los ríos del Tercer Mundo, volviéndolos serpientes despiadadas que arrastran consigo verdaderas guerras internas en las que todo vale. Tanto que en la actualidad, las históricas fricciones ideológicas y políticas de sus países quedaron en parte rezagadas para ubicar al contrabando de piedras preciosas en el mercado internacional como el principal protagonista. Justamente la ruta de diamantes en el Africa es el escenario que el economista y escritor, Eduardo Sguiglia (Rosario, 1952), eligió para desarrollar los episodios más impactantes de su novela, Ojos Negros.

En una ficción que recorre Buenos Aires, El Congo, Angola y hasta México y que fluctúa entre el drama, la aventura y la acción, Sguiglia cuenta los vaivenes de Miguel, un argentino desempleado que bordea los cuarenta, con un matrimonio en ruinas que, tras la crisis de 2001 en Argentina, siente que su vida ha pedido el rumbo. En medio de ese profundo trauma existencial la amante de su mejor amigo —de la que poco sabe— le encarga por unos pocos miles de pesos viajar al Africa en busca del paradero de su hermano Tony. Una oferta poco prometedora, pero no menos inquietante, que lo llevará hacia caminos inexplorados.

Una vez en tierras de Angola y el Congo (países donde transcurre la mayor parte de las escenas) nuevos personajes lo acercarán al despiadado mundo del poder y las piedras. Asesinos a sueldo, mineros explotados por grupos insurgentes, empresarios inescrupulosos y cagamillones (extranjeros solitarios que transportan diamantes en sus intestinos para luego venderlos en el mercado negro a cifras exorbitantes).

En medio del caos, una mujer lo reencontrará, al menos por momentos, con aquel hombre que fue antes de perder el rumbo. Pero no sólo la vinculación de Miguel con la corrupción, el trabajo forzado en las minas o el tráfico de diamantes es lo que sostiene la fuerza de Ojos Negros. También lo son las imágenes espléndidamente descriptas de los paisajes, costumbres, dialectos, fauna, flora y fachadas de los parajes africanos, casi como un diario de viajes.

En su rol de narrador, Sguiglia juega con los tiempos y ritmos del discurso: cuando todo indica una lectura lenta, un giro abrupto la vuelve vertiginosa y hasta por momentos exasperante. ¿No fue Borges quien advirtió, acaso sobre el género novelístico, que las muchas páginas, en general, son promesa de tedio o de mera rutina? Ojos negros sobrevive, definitivamente, a una introducción distendida para sumergir al lector en una historia cuyas pulsaciones aumentan a medida que las páginas avanzan. Episodios cada vez más violentos, asesinatos, intrigas, escenas eróticas y las apariciones inesperadas de un jefe de policía mediocre y corrupto, son unidades estratégicamente orquestadas para lograr una trama intensa y asegurar un final coherente a la vehemencia sostenida durante todo el relato.

Si Fordlandia (1997), una de sus primeras novelas de ficción, es utilizada actualmente como material de estudio en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), no sería descabellado pensar que Ojos Negros, la que muestra sin reparos un mosaico de actores europeos y africanos que pelean por la hegemonía de los diamantes en el mercado negro, haga lo propio en las escuelas de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

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