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martes, 4 de mayo de 2010

El colombiano Fernando Vallejo presentó en Rosario su libro El don de la vida


Graciana Petrone para http://www.elfisgondigital.com/

En un esfuerzo conjunto del Centro Cultural Parque de España (CCPE) y la editorial ibérica Alfaguara, el autor colombiano viajó a Rosario nada menos que para presentar su último libro, El don de la vida. Lo hizo en el Anfiteatro Príncipe de Asturias acompañado por el crítico belga Jacques Joset, quien trajo también a la ciudad La muerte y la gramática, un estudio literario sobre la obra del nacido en Medellín, donde “hace justicia a uno de los escritores hispanoamericanos más brillantes, pero a la vez más falseados de los últimos tiempos”.

Un sinnúmero de juicios previos son los que se tejen en torno a la figura del polémico escritor nacido en la ciudad de Medellín el 24 de octubre de 1942. Catalogado por algunos críticos norteamericanos de “narcisista”, de hacer una verdadera apología de la violencia de pandillas en su renombrada novela La virgen de los sicarios (1994) y hasta de “renegar de su país natal para nacionalizarse mejicano”, Vallejo rompió con todos esos mitos en su visita a Rosario. Con paso firme, el escritor no dudó durante el trayecto que hizo a pie para llegar el teatro Príncipe de Asturias, en firmar autógrafos, dar apretones de manos sin perder la sonrisa y conversar brevemente con todas las personas que se le acercaron.

Esta ciudad, ¡qué envidia que me da!
“Esta ciudad, ¡qué envidia me da! Con el río que tiene tan majestuoso, caudaloso, recto, va derecho. No como los ríos colombianos que son como nuestros políticos, que dan vuelta a la izquierda, vuelta a la derecha, vuelta a la izquierda y vuelta a la derecha. Así se ven desde arriba, serpenteando sin saber a donde van, como culebras borrachas”. De esta manera y no sin escatimar en comparaciones con su país natal, inició su diálogo desde el escenario, acompañado por el belga Joset y por el director del CCPE, Martín Prieto, quien ofició de entrevistador y presentador del evento.

Prieto confesó que hacía varios años que tenía la intención de traer a Vallejo a la ciudad y que luego de varias comunicaciones telefónicas con la editora de Alfaguara, Julia Saltzmann, que aunque nunca le ofreció demasiadas expectativas, él tuvo la certeza que sería posible.” No era la primera vez – dijo Prieto- que pensábamos en invitar a Rosario a quien era, a nuestro modesto entender y junto con César Aira, lo mejor que le estaba pasando a la narrativa hispanoamericana en los últimos años, en varios de los muchos últimos años”.

También imaginó “lo lindo que sería que los lectores de Rosario, que alguna vez se cruzaron en la calle, o en un teatrito, o en un salón de actos, o en una librería, con Juan Carlos Onetti, con Roa Bastos, con Borges, con Graham Greene, con Raymond Carver, con Saer, con Witold Gombrowicz o con el mismo Aira, se encontraran con Vallejo y que ese encuentro (…) los motivara a leerlo por primera vez, o a leerlo más”.

El sueño ya no era un sueño para el director de CCPE ya que estaba allí, junto a él, hablando, entre otras cosas, de su Colombia natal y de su particular visión sobre los géneros literarios: “En un momento – dijo el escritor - pensé que a la novela le había llegado su día y que no tenía que ser más el gran género de la literatura”. Para Vallejo, la novela es un género basado en la ficción y no en la estricta verdad. Incluso, aseguró que con la verdad se puede hacer un gran género literario “basado en la verdad y no en la ficción”, que no sería otra cosa más que “la biografía que hasta el día de hoy está tratado como un género menor”. “Y estoy hablando de la biografía escrita y no de la biografía novelada que es un género miserable”, afirmó.

El don de la vida y La muerte y la gramática
El don de la vida – explicó el crítico belga - es un tratadito sobre la vejez y sus miserias. Con un interlocutor del yo, ya que Fernando no escribe en tercera persona. No cree en textos ficcionales de tercera persona porque, a su entender, están agotados”. En torno a ello, aclaró que “no está de acuerdo porque hay muchas grandes obras escritas en tercera persona”. El tema principal del libro de Vallejo es la muerte. Según Joset, una Muerte con M mayúscula y una entidad paradójicamente muy viva con la que se puede dialogar: “A la que uno puede engañar, darle la espalda pero que siempre espera en la última curva de la vida”.

En El don de la vida – indica la reseña de la edición - un hombre viejo conversa con un compadre en un banco de un parque de Medellín mientras la ciudad se mueve y cambia, mientras la vida pasa. El viejo, sin embargo, quiere que todo siga igual. Para fijar el tiempo lleva una libreta en la que anota los nombres de los muertos que ha conocido. Ya suman 657 y quiere llegar pronto a los 700. Hablan y hablan sobre los tiempos y las cosas idas: los muertos, los ríos de Colombia, los gobernadores de Antioquia, los amantes del pasado. El viejo es feroz y su conversación una suerte de inventario de insultos. El compadre le hace eco y, al final, parecen una misma voz enceguecida que reza y grita.

La muerte y la gramática, según su propio autor, es una “explicación literaria” del libro del colombiano. Respecto a la elección del título del ensayo, el belga sostuvo que el asunto de su libro es “Fernando Vallejo y la literatura” y “que ese hubiera sido un buen título si no le hubiera parecido mejor incluir en él la obsesión por la aniquilación final y las trayectorias del escritor en sus usos y abusos de la lengua”.

Lejos de realizar un estudio meramente teórico y conceptual, Joset insistió en que su trabajo no es más que una “explicación literaria” sobre “el tratadito de Vallejo sobre la vejez y sus miserias”. Por su parte, el colombiano le expresó públicamente su agradecimiento y sostuvo que “tratar de explicarlo denota una gran generosidad” y que “es un libro que se puede leer fácilmente”: “Las editoras de Colombia y de Argentina no lo hubieran publicado de no haberlo leído así”.

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