“Lucha por el poder”, la segunda conferencia de Mario Bunge en Rosario

Por segundo día consecutivo el filósofo argentino Mario Bunge (91) deslumbró al público con su admirable lucidez y bien conocida sapiencia.

Graciana Petrone para www.elfisgondigital.com

Por segundo día consecutivo Mario Bunge (91) deslumbró al público con su admirable lucidez y bien conocida sapiencia. En el cierre del ciclo de conferencias en Rosario sobre filosofía política, organizado por la empresa Defante S.A., el escenario de un colmado anfiteatro del Centro Cultural Parque España recreó nuevamente una suerte de aula universitaria con pizarrón, tizas, micrófonos y hasta una pantalla gigante. El filósofo, matemático y físico argentino disertó en esta ocasión sobre la “Lucha por el poder”.
Formas de enseñanza académica, corrupción, escepticismo cívico, ideologías que fundamentan los principios del fascismo y hasta relaciones cuánticas en el pizarrón sobre los distintos tipos de poder político, fueron algunos de los múltiples temas que trató Bunge en su segunda y última disertación en la ciudad. Como broche final, respondió a numerosas y de las más variadas preguntas formuladas por el auditorio.

“Poder de construir lazos y poder de unir lazos, una relación cuaternaria”

“El poder de construir lazos más el poder de destruir lazos dividido por el número total de relaciones entre los nodos de la red, da la posibilidad de cuantificar el concepto de poder”, así explicó Bunge su definición de poder mientras desarrolló en el pizarrón lo que fue casi una ecuación matemática. Y dijo que “el poder político es un caso particular dentro del proyecto general del poder social”, por lo que “se puede distinguir distintos tipos de poder social: “El bio-psicológico (discriminar o diezmar), el económico (capacidad de movilizar los recursos económicos), el cultural (capacidad de cambiar creencias como cuando se educa o se lavan los cerebros) y el político, que es la capacidad de obligar a la gente a hacer ciertas cosas”.

La prensa y los militares son formas legítimas de poder

Bunge dijo que la prensa y los militares son algunas de las formas legítimas que tiene el poder político. “Todo estado moderno tiene monopolio de la violencia legitima legal. Los militares son una rama de la autoridad política y una sociedad puede ser militarizada en grados diferentes: el reclutamiento o la pura amenaza de represión”, indicó. Como ejemplo citó a Estados Unidos (USA) del que refirió que “es la única nación moderna que nunca sufrió una dictadura militar y que sin embargo reverencian a los militares”. En cuanto a la prensa, refirió que “es poderosa ya que junto con la escuela y la religión organizada modelan la opinión pública y que tras los atentados a las Torres Gemelas “la guerra contra el terror fue fabricada por los asesores de gobierno y los medios de comunicación”.

Escepticismo cívico, revoluciones y contrarrevoluciones

“Sólo los ciudadanos escépticos y bien informados pueden crearse de ideas políticas inteligentes y actuar en consecuencia. Esta es la razón en que la libertad de expresión es el pilar fundamental de los derechos de la constitución de USA”, dijo. En cuanto a “la censura y la desinformación” las consideró como “indispensables” para el mantenimiento del “poder ilegítimo”.

En relación al riesgo de perder el poder por parte de los gobernantes, indicó que “quien está en el poder siempre asume el riesgo de perderlo” y que “se puede cuantificar cuánto hay en juego pero nunca las probabilidades de perderlo”

“¿Deberíamos preferir siempre las reformas a la revolución? ¿Cuándo se justifica una revolución?. La revolución y la contrarrevolución son obras de elites y causan profundos estragos, no es un problema político, es un problema moral porque la violencia daña”, enfatizó. Y remarcó que es el motivo fundamental para que el ciudadano responsable no sea un fanático pero si un escéptico: “No el que nada cree sino un escéptico moderado, el que trata de ver cuáles son los motivos detrás de las distintas plataformas políticas, el que sabe distinguir entre el error político y el crimen político”, aclaró.

“¡No pregunto cuántas son, sino que vayan saliendo!”

Con soltura y formidable predisposición Bunge respondió a numerosas preguntas formuladas por el público. “¡No pegunto cuántas son sino que vayan saliendo!”, dijo con humor. A continuación, se trascriben algunas de las interpelaciones entregadas al catedrático en forma escrita:

¿Cómo relaciona poder con corrupción? “El poder corrompe y el poder político corrompe absolutamente. El origen de la corrupción es muy complejo, hay sociedades en que la corrupción es un medio de vida y que no pueden darse el lujo de ser honestas. La miseria también conduce a la corrupción y es generalizada, va desde abajo hasta la cúpula. Hay una politóloga rumana que ha hecho estudios científicos sobre la corrupción generalizada y los efectos en el país. Es un problema importante al que habría que dedicarle muchas más tesis doctorales de las que hay”.

Si se detecta que un equipo de gobierno es corrupto, ¿se lo debe sacar del poder? “¡No, hay que votarlo otra vez! (respondió rápidamente con tono risueño) ¿Qué pasó con Berlusconi, qué pasó con Menem?, todos sabían que eran corruptos y los volvieron a votar. ¡Falta educación en la ciudadanía!”.

¿Cree que la profundización de los planes educativos conduciría a una mejora de la conducta de los políticos? “Creo que lo que hay que cambiar es la manera de estudiar más que los contenidos. Por supuesto que hay que inyectar más matemáticas y más ciencias sociales pero por sobre todo lo que hay que inyectar es una educación menos autoritaria, menos dogmática y hay que promover y facilitar que los estudiantes hagan preguntas y que se les conteste respetuosamente. Lo importante no es la enseñanza sino el aprendizaje. La educación debería abarcar a todos los sectores y todas las edades, desde el comienzo hasta el final de la vida, ya que lo que se aprendió puede volverse obsoleto con el correr del tiempo. Las realidades van cambiando.

¿Es comparable Stalin con Fidel Castro? No creo. Stalin fue ante todo un comandante muy ineficaz que permitió que en la primera semana de la agresión alemana fuera diezmado el ejército rojo. Hubo millones de bajas porque Stalin no creía que los alemanes atacarían después de haber firmado el pacto de no agresión. Además de incompetente fue también un asesino en masa. Castro, en cambio, fue un peón de la guerra fría y no era un comunista pero USA lo echó en brazos de la Unión Soviética y simuló serlo para poder sobrevivir. Terminó siendo un dictador, aunque no tan sangriento como Stalin pero dictador al fin. Pero se debe rescatar dos aspectos admirables que tiene Cuba: la educación primaria y secundaria y la asistencia médica.