Por Graciana Petrone
Obreras, trabajo en el frigorífico y el barrio Saladillo es una exhibición que cuenta con curaduría de Laura Pasquali y que intenta retratar la vida de las trabajadoras del frigorífico Swift a mediados del siglo pasado, en un contexto social e histórico en el que la desigualdad de género se potenciaba en todos los ámbitos y, el del trabajo, no quedaba fuera de ese mandato patriarcal.
En Obreras se destacan los trabajos del rosarino Aldo Magnani, discípulo de Ricardo Sivori y Juan Grela, sólo por nombrar algunos, pero también devenido en maestro de artistas y conocido como el “pintor del Saladillo”. Es que una parte especial de la zona sur de la ciudad fue el espacio por excelencia que inspiró a la mayoría de sus obras y en donde vivió y plasmó distintos momentos y paisajes que daban cuenta de cómo era la vida en la popular barriada en la que, justamente, se instaló el frigorífico.
El archivo fotográfico que se presenta en diferentes pasajes de la muestra pertenece a los historiadores barriales Alfredo Monzón y Nora Laborde. Además, en el invernadero del museo se proyectan los cortos sobre “Fugas y resistencias. Trabajadoras: imagen y representación o hacer visible lo invisible”, de las realizadoras Carolina Rimini y Mónica Fessel.
La curadora destacó durante la inauguración, que Obreras reúne material diverso que fue creado de manera colaborativa entre el entre el archivo fotográfico del museo local, bibliografía y fotografía del Museo 1871 Berisso, el que tiene colección del Swift y con elementos del museo Raúl Malatesta de Villa Gobernador Gálvez.
Nativas, inmigrantes y obreras
Detrás de cada material artístico y bibliográfico están ellas, las que le dan nombre a la exhibición y que a través de la participación gremial se fueron abriendo paso en medio de un ambiente hostil.
“Obreras, nativas e inmigrantes que se instalaron en el barrio y un tránsito natural era precisamente el activismo político y gremial por las condiciones de trabajo. Las mujeres han sido o podría decirse que se supone que fueron las voces silenciadas en este proceso. Nuestra investigación da cuenta de que están presentes y, en aquellos ámbitos donde no las podíamos visibilizar, está el trabajo de los museólogos y museólogas para poder visibilizarlas”, dijo Pasquali.
En una de las pantallas que se exhiben sobre las paredes de una de las salas del museo se proyectan placas con experiencias de las trabajadoras del frigorífico. Placas que hablan, escritos que obligan a repensar el presente en función de un pasado hostil para la mujer. Uno de esos carteles versa:
“Para ir a comer teníamos que hacer un camino como cuando llevan los animales al matadero, un caminito con la cabeza gacha y la panza vacía”.
“Recorridos múltiples”
La disposición de las fotografías, archivos multimedia, proyecciones y otros montajes que componen Obreras le da al espectador la posibilidad de realizar “múltiples recorridos”.
“No hay un único sentido para recorrerla, puede venir una escuela a mirar solamente la sala del Swift y trabajar en función del trabajo infantil, de las condiciones laborales, de la relación entre la patronal y los trabajadores”, dijo Pasquali.
La curadora consideró que otro recorrido posible es pensar la relación de la vida obrera y el mundo del activismo gremial y político. “Proponemos los recorridos múltiples, si bien hay uno sugerido pero nos interesa mucho que cada uno venga con su necesidad propia. Quizás alguien quiera ver el barrio, ver las fotos, opinar (a través de cartelitos en una de las paredes de las salas del museo). Ese es el sentido, venir con inquietudes propias y desenvolverse como quieran hacerlo”, agregó.
Una muestra que interpela
“Exponer la experiencia laboral de las mujeres de clase obrera no puede implicar una mera formalidad conmemorativa, sino provocar el debate y la reflexión sobre algunos condicionamientos de nuestro presente”, se señala en el dorso del folleto de la muestra. Casi las mismas palabras dijo la curadora en el escenario durante la inauguración.
“La intención es que a todos les pase algo cuando recorran la exposición, que tengan una sensación que se llevan algo. La idea de interpelar es que reflexionen y piensen en lo que es una muestra que se construyó de forma colectiva”, dijo el director del Museo de la Ciudad, Nicolás Charles.
En diálogo con El Ciudadano, Pasquali dijo que “para muchas mujeres el frigorífico era la única forma de resolver su vida material, ya sea por ser solteras, viudas o tener que contribuir con el sostén de su hogar”
“En ese marco la lucha permanente fue por la desigualdad salarial, las condiciones de trabajo, los problemas vinculados al acoso, todas realidades en un mundo masculinizado que fue feminizándose de a poco, porque la presencia de la mujer fue siendo cada vez mayor en el frigorífico”, concluyó la curadora.
Curadora: Laura Pasquali
Equipo de trabajo Gisela Figueroa, Luisina Agostini y Beatriz Argiroffo.
Nota publicada en diario El Ciudadano
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