Por Graciana Petrone
Foto: Franco Trovato Fuoco |
“Pero no se puede lavar el mundo / pasarlo en limpio / ponerlo en claro”, escribe Marta Ortiz en uno de los poemas que integran su flamante libro Fuera de foco (Alción Editora 2019). Páginas que abren el telón de un escenario lleno de ausencias, de un eterno volver al lugar de la pérdida para así poder comprenderla. “Esas ausencias –dice–, que van modificando el mapa como si se fueran cayendo pueblos o ciudades y entonces, el tejido de relaciones también cambia”.
Premiada y publicada por sellos extranjeros, nacionales y locales, Ortiz muestra en este su tercer poemario, “un estado que se propone aletargado, el mundo suspendido, la incomprensión ante la pérdida que se manifiesta como oquedad, vacío y silencio”
Temática y despojo, las diferencias
—“Fuera de foco” es tu tercer libro de poemas. ¿Qué diferencias sentís con aquel primero publicado en 2009?
—Las diferencias están en la temática y en el despojo. Cada vez, creo, los poemas van siendo más despojados. Diario de la plaza y otros desvíos, el primer libro, tenía que ver con ese mundo verde que es la plaza. Hace muchos años que vivo frente a la Plaza de las Madres 25 de Mayo y todo ese universo prácticamente entra en mi casa: los colores del otoño, los del verano, incluso los grises del invierno y las Madres del dolor que giran todos los jueves. En el segundo libro el eje pasó a la casa de la infancia, la que ya no habito, que ya no es parte de la familia y que no puedo verla siquiera en la imaginación. Un poema justamente que habla como si penetrara en ella una noche y la viera de una manera muy onírica y hasta surrealista, dio origen a Casa de viento y tiene mucho que ver con escenas de infancia, pequeñas recuperaciones de lo que fue, de lo que es parte de la memoria que trae lo que puede, quiere y selecciona.
—¿Por qué “Fuera de foco”?
—Sentirse fuera de foco es sentir que la vida tiene bordes difusos, un fuera de lugar en todos los espacios que antes eran claros y enfocados. Un estado que se propone aletargado, el mundo suspendido, incomprensión ante la pérdida que se manifiesta como oquedad, vacío, silencio. Como pieza dispersa de un puzle, el poema recupera pequeños sesgos, imágenes, sonidos, olores. La única posible reconstrucción. Las diversas ausencias van modificando el mapa como si se fueran cayendo pueblos o ciudades y entonces, el tejido de relaciones también cambia. Un poco eso es lo que refleja este libro.
Recuperar las pérdidas
—¿El poeta teme hablar del amor o del dolor sin caer en lo estereotipado o en lugares comunes?
—Yo misma cuando leo detecto enseguida el lugar común y creo que pierde mucho el valor y la calidad. A veces es necesario, pero depende de muchas cosas. Naturalmente lo aparto y trato de mirar el poema desde afuera como si no fuera mío, con esa mirada crítica que suelo aplicarle a toda mi escritura. Si bien mis poemas son de alguna manera autorreferenciales porque hablan de cosas que me han sucedido, también están mediatizados porque la memoria no trae exactamente las cosas como son. Las cosas que afloran son como un mapa y entonces voy juntando pedacitos como en un rompecabezas. Esa es la ilación, justamente, que no se trata de enhebrar cronológicamente algo sino de entender esas cosas que sucedieron y que sean coherentes dentro del conjunto para poder entender lo que se hace difícil de entender. En el caso de Fuera de foco, son las pérdidas. No sólo las de un ser querido sino de objetos que se pierden pero que quedan flotando y el poema sea, de algún modo, el medio para recuperar ese objeto perdido.
Construir todo de nuevo
—¿Se puede cerrar ciclos o hacer duelos a través de la escritura?
—Creo que sí, aunque nada se olvide ni se termine del todo. Fuera de foco no intenta ser un duelo sino la comprensión de algo ocurrido. Y como la escritura es una vía de conocimiento, es de pronto una iluminación, algo que a uno lo persigue, que trata de entender y entonces uno lo escribe para entenderlo mejor. Quizás, dentro de ese proceso de escritura, lo va comprendiendo más.
—Siempre decís que tanto la poesía como la narrativa es un proceso de reescritura permanente. ¿Cuánto tiempo llevó este libro?
—Me pasa, como creo que también les ocurre a otros poetas y escritores, que no escribo sobre un tema sino que los temas me buscan a mí. En un momento dado los reúno para publicar un libro pero no los pienso en términos de tiempo ni de tema. Como los que forman Fuera de foco sí tenían que ver mucho unos con otros, me dio la posibilidad de armar una serie. En este libro, y por eso el título, la realidad después de la pérdida había cambiado tanto que sentí que la vida no me cerraba por ningún lado y que había que construir todo de nuevo.
Línea de ocupaciones y escrituras
Marta Ortiz nació y vive en Rosario. Es profesora y licenciada en Letras de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Participó en Congresos, encuentros de escritores y ciclos de lectura en los géneros de poesía y cuento. Formó parte de numerosas antologías y ciclos de lectura. Desde hace 17 años coordina el taller de escritura Ópera Prima y también espacios de lectura. El vuelo de la noche (Editorial Universidad de Puerto Rico 2006) obtuvo el primer premio de cuento Bienal Internacional de Literatura 2000. Publicó también el libro de cuentos Colección de arena y los poemarios Diario de la plaza y otros desvíos y Casa de viento. Colabora en diversas revistas culturales nacionales y extranjeras.
Nota publicada en diario El Ciudadano
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