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martes, 17 de abril de 2012

Javier Nuñez: “El estilo de un escritor es indivisible de sus lecturas” (*)

Javier Nuñez


Por Graciana Petrone
(*) nota pùblicada en www.elfisgondigital, Rosario, 2010

“El estilo de un escritor es indivisible de sus lecturas”, expresó Javier Nuñez a El Fisgón Digital luego de presentar en el Centro Cultural La Nave su primer libro La risa de los pájaros (Editorial Ciudad Gótica). Un restaurador de muñecas artesanales, un bebé enfermo, un abuelo que da clases magistrales de minimalismo a su nieto, un futbolista olvidado o una adolescente ultrajada, son algunas de los personajes creados por el autor con un significativo sesgo de marginalidad y  oscuridad interior. Una prosa trabajada en los detalles más ínfimos, finales sorprendentes, momentos de acción, suspenso y el logro exacto de los paisajes (urbanos o insulares) donde transcurren las historias, conforman la obra de ficción del joven escritor.            


1- Este es su primer libro de cuentos, ¿cuánto tiempo llevó materializarlo?

Una vez que tomé la decisión de hacerlo tuve la fortuna de poder publicarlo rápidamente. Fueron casi cuatro meses, pero desde la idea a la decisión hubo un proceso interior bastante más largo. Varios de los cuentos fueron escritos mucho tiempo antes. Incluso, algunos habían sido publicados individualmente en antologías o revistas. La mitad, diría yo, formaron parte de un primer proyecto de libro que empezó a gestarse alrededor del 2005 y que, por fortuna, no prosperó. Mejor dicho: un proyecto que postergué porque necesitaba sentirme más a gusto con el resultado. Después se sumaron algunos factores externos que me tuvieron bastante alejado de la literatura un par de años y  cuando pude retomarlo había logrado mejorar las versiones originales y escribir algunos cuentos nuevos que son, a mi modo de ver, de los más solventes. A la vez se cuentan entre los de mejor recepción por parte de los lectores. Creo que esa postergación le brindó mayor atractivo al conjunto porque coincidió con una etapa de nuevas inquietudes y se sumaron cuentos que se alejan de lo fantástico para abordar cuestiones diferentes que generan matices interesantes y le brindan una variedad temática, transforman al libro en algo con relieve en lugar de una serie de historias planas que no se apartan de una línea determinada.

“La Risa de los pájaros” es el título de uno de sus cuentos, ¿por qué lo eligió también como título del libro?

Me pareció que tomar el título de un cuento era lo más adecuado. La elección de La risa de los pájaros obedece a una búsqueda de cierta ambigüedad y contraste que al cuento en sí. Creo que es un título ambiguo, que puede interpretarse como oscuro o luminoso; y ese contraste que se maneja en el cuento —el arranque idílico, de amor infantil, y el viraje brusco— representaba un poco esa variedad que entiendo a nivel de conjunto.

Los personajes de tus relatos rondan cierto estado de abulia, de marginalidad y oscuridad interior que sin dudas marca tu propio estilo,  ¿cuáles son los autores que signaron su carrera como cuentista?
Creo que los libros nos van formando y el estilo de un escritor es indivisible de sus lecturas. Un autor es él y su biblioteca. A mí, particularmente, no me molesta que a través de las grietas de mi voz se perciban influencias. Sí me resulta incómodo, en cambio, proclamarlas. Temo que pueda interpretarse como que dijera “escribo más o menos como éste”, y nada hay más alejado de mi intención que eso. Pero sería hipócrita negar marcas. Cortázar, sin dudas, fue una influencia muy fuerte, sobre todo en los cuentos de mi etapa más temprana. No sólo una influencia temática (lo fantástico partiendo de lo cotidiano) sino de estilo, de voz. Hay frases que me suenan cortazarianas. A veces lo trabajo en la corrección, a veces opto por dejarlas como una especie de homenaje que, dicho sea de paso, no le hace ningún bien a Cortázar (risas). También me marcó mucho Abelardo Castillo, un autor al que me gusta releer cuando no encuentro el tono preciso. Tiene buen ritmo, precisión y desde el comienzo apunta a un final ineludible. Borges, Carver y Hemingway son autores a los que tengo presentes, sobre todo a la hora de la corrección, cuando trato de pulir, de lograr concisión y claridad. Cuando busco, como decía Cortázar de Borges ‘pensar cuidadosamente no qué adjetivo poner sino qué adjetivo sacar’. De

¿Y Arlt…? 
De Arlt, en cambio, no noto demasiada influencia aunque forma parte, indudablemente, de esa camada de autores de los que no salimos indemnes. Algo imperceptible siempre queda. Mis influencias son, seguramente, mucho más amplias de lo que alcanzo a percibir.

¿Qué importancia ocupa en la construcción de sus relatos de ficción la realidad? ¿Trabaja sobre una realidad que luego se va convirtiendo en ficción? ¿Utiliza elementos que son parte de una manera u otra de su realidad?
Sí, muchas de las ficciones las construyo a través de los elementos que conforman mi realidad. Algunas historias parten de un recuerdo real y se desvían por el terreno de la ficción —o no— y algunas ficciones están ambientadas en lugares concretos, con situaciones parecidas y personajes más o menos reales puestos en desenlaces inventados. La memoria es una fuente de la cual bebemos todos los escritores. Aunque no sabría asignarle un grado o nivel de importancia, y acaso muy pocas veces me lo planteo en forma conciente. Sin lugar a dudas me baso en lo que me rodea para edificar las historias, los ambientes o perfilar a los personajes. Partir de lo que uno conoce, de una situación que le resulta familiar, es una buena forma de lograr cierta verosimilitud en lo narrado. Probablemente me salga más creíble un oficinista o un tipo de barrio que un conde francés. Pero tampoco se trata simplemente de una cuestión de facilidad: incorporar la realidad, la problemática de la realidad en las ficciones es también una necesidad de poner sobre el tapete algunas cosas. Y en general me interesa más señalar un contexto cercano, a la vuelta de la esquina. No es que vaya a escribir un tratado sobre la marginalidad o la injusticia social, pero por ahí me interesa más mencionar alguna cuestión como disparadora para que el lector pueda terminar un cuento, deambular por los alrededores de la historia y cuestionarse el funcionamiento de la sociedad, del mundo actual.

El compromiso de un escritor no sólo se basa en cuestiones políticas o problemáticas de gobierno, entre otros aspectos. Hay otros elementos sumamente importantes que aparecen muy marcados en su libro y son la ubicación de los personajes y hechos en lugares de Rosario como plazas, calles de Alberdi, bares, entre otras cosas. Se vislumbra un concepto de identidad muy fuerte en los relatos. ¿Es parte de tu compromiso? ¿Elegiste adrede situar las historias o relatar historias locales?

Si me permitís una digresión, el tema del compromiso de los escritores no me termina de convencer: el único compromiso que tenemos, como escritores, quizá sea para con la historia que narramos. Lo demás —la política, las problemáticas sociales, la injusticia— son compromisos impostergables que tenemos como individuos, como parte de la sociedad. El tema es la trascendencia de ciertos escritores, porque lo que dice un García Márquez o un Paul Auster tiene mucha más repercusión, entonces las críticas de Auster hacia Bush las escucha o las lee medio mundo, y de las del vecino de Auster no se entera nadie. Hay un compromiso extra quizá, que lo genera ese poder, esa masividad, no la condición de escritor. Porque la etiqueta de intelectualidad a muchos escritores les queda enorme. Quiero decir que el compromiso político o social en un escritor no es una condición per se. Es un tipo comprometido, que resultó ser escritor. Sí, es cierto, tuvimos a Walsh. Pero también a Abel Posse. La validez de lo que expresa una persona tiene que estar sustentada por el contenido de sus palabras y no por su profesión o actividad. Poner a todos los escritores en un altar es un peligro. Lamentablemente, hay demasiados escritores que se encargan de fomentarlo.

Con respecto a los elementos que aparecen marcados en mi narrativa creo que están más vinculados al concepto de identidad que usted menciona que a un compromiso consciente. Me interesa poner sobre el tapete cuestiones de nuestro entorno que disparen el cuestionamiento del lector. Sé que esto puede sonar contradictorio con lo anterior, pero es que no lo entiendo como un compromiso que tengo como escritor. Si toco cuestiones sociales —que casi te diría que no las toco, apenas si las bordeo, son la parte sumergida del iceberg— no es porque sienta una obligación para con el lector; sino porque forman parte de lo que veo, son parte del entorno y la realidad que hablábamos antes. Las historias en general están situadas en Rosario o en los alrededores porque me gusta utilizar referencias geográficas precisas, o porque las concibo en esos espacios, y porque me gusta que el lector se identifique con lugares reconocibles, que sienta que, como a ese lugar lo conoce y lo percibe con tanta claridad, crea que lo que está leyendo también pasó así.

¿Cuál es su opinión respecto al trato de los medios de comunicación con los escritores jóvenes? A su criterio, ¿qué es lo que se debería modificar para una mejor difusión de las publicaciones literarias que son cada vez mayores en la ciudad?
Los medios de comunicación prácticamente ignoran las publicaciones literarias de autores jóvenes o desconocidos. En general, no me refiero puntualmente a Rosario, hay un enorme desprecio por la producción literaria. Salvo la difusión de lo que publican los grandes sellos editoriales, los suplementos de cultura de los diarios no tienen mucho más contenido. O peor: si no me equivoco, La voz del Interior, en Córdoba, directamente quitó el suplemento cultural. A esta altura yo ya acepté que los raros somos nosotros, los que no podemos entender que un diario le destine tanto espacio a lo que pasó en el último “Bailando” y no tenga espacio para difundir la cultura local. Por suerte hay espacios, todavía, que se preocupan por darle cabida a estas actividades: algunos programas de radio, sitios de internet, periódicos digitales. En cuanto a cómo darle mayor difusión, creo que una buena alternativa sería publicar material de lectura, además de reseñas. Creo que tanto La Capital como Rosario/12 tienen previsto publicar cuentos los domingos, tal vez durante el verano, porque de los dos lugares me pidieron textos. Esa me parece una buena alternativa; sobre todo para medios gráficos. El diario impreso de los domingos tendría que apuntar a textos que le escapen a la vorágine de las noticias porque pierden con la inmediatez de internet. Un par de páginas con crónicas, cuentos o poesías de calidad no vendrían mal. Eso, al menos, sería un comienzo.