El poeta, periodista y autor de
canciones, José Tcherkaski presentó en Rosario su último libro. Con particular
sentido del humor habló sobre la génesis de este texto y rememoró los tiempos
como letrista de los temas de Piero.
El periodista y escritor se anima a la poesía |
Graciana Petrone
José Tcherkaski, poeta, periodista y
autor de muchas de las canciones más emblemáticas de la música popular
argentina de los años 70 presentó en Rosario su libro La palabra ínfima.
Coherente con su título, se trata de una serie de poemas y relatos breves
en donde las frases no sobran; por el contrario, con versos escuetos y cuidados
pone de relieve todo aquello que se manifiesta inasible.
Así, el tacto aparece cuando dice:
“Salvaje el dolor / penetra el cuerpo”. También los sonidos toman una
consistencia inusitada mientras describe: “El viento suena / con el virtuosismo
de un blues”. La palabra ínfima es, además, el nombre de la primera
parte del libro. En la segunda, a la que tituló “El alma en llamas”, el
autor aborda en unos pocos poemas el vacío y el dolor que dejó la
última dictadura militar y asegura: “Ya nada será igual”. El último
segmento es “Brevedades” y está constituido por pequeños relatos en
los que no faltan los amigos, los bares de Buenos Aires, la noche o
la música. En diálogo con El ciudadano, Tcherkaski, quien es un avezado
cronista, habló sobre la génesis de la obra publicada.
Con su particular sentido del humor
también rememoró algunas anécdotas de los tiempos en que
compartió las giras artísticas con Piero, quien hizo famosas sus canciones.
—¿Por qué el título La palabra ínfima?
—Es un libro que me llevó muchos años de
elaboración y corrección pero tiene una historia muy interesante relacionada
con mi hija Sol. Ella es una nena de discapacidad absoluta, que no habla y
no hace nada, sólo mira. Una tarde estaba conmigo en mi lugar de laburo y me di
cuenta que ella no necesitaba de ninguna palabra ni de ningún gesto para
hacerse entender. Ahí entendí que la palabra era absolutamente secundaria,
fue como un mundo inesperado. A partir de eso es que empecé a abreviar el contenido
del libro y por eso se llama La palabra ínfima.
—Muchos escritores padecen la corrección
de sus propios escritos, ¿cómo fue ese proceso?
—No sufro. Yo soy consciente de lo que
sirve y de lo que no sirve, lo que no quiere decir que tenga razón, sólo
hablo de mis gustos. No padezco tampoco escribiendo, puedo escribir sobre una
cosa muy sufrida pero creo que hay una relación muy esquizofrénica entre mis
escritos y yo. No soy Kafka, lejos estoy de compararme con su talento; me
refiero a que él era un tipo que sufría o se revolcaba por el piso. A mi material
lo leo, releo, lo elaboro y no tengo piedad frente al texto. No siento que
estoy destruyendo nada sino cuidando la idea que tengo en la cabeza.
—¿Se siente más cómodo con la poesía o
con la crónica?
—Soy muy cuidadoso y muy obsesivo. Es mi
primer libro de poemas y no creo que haya otro. Hay un comentario de
Roberto Juarroz, que cito en una de las páginas, y cuento que él me dijo: “No
se preocupe si no pasa nada más”. Y el tipo tiene razón. No me siento más
liviano ni más complicado escribiendo versos o crónicas. Tengo una relación muy
marcada entre lo que escribo y lo que soy, no pierdo mi origen.
—¿Cómo recuerda los años de auge de sus
canciones?
—Fue una buena experiencia. Se pudo crear
un espacio interesante dentro de la música popular. Yo hice tres, cuatro, cinco
o seis canciones, eso no importa, lo que creo es que valen la pena y que
marcaron una época y también a las generaciones de las décadas del 60 y 70. Ahí
aparecen Miguel Cantilo, después Charly y León Gieco que son una camada de
compañeros de ruta. Después cada uno tomó su camino, lo que es lógico.
—¿A qué cree que se debió el éxito que
tuvieron las letras suyas que interpretaba Piero?
—Habría que ver un poco algo que antes me
preocupaba pero ahora más que antes, se trata de analizar sobre qué tradición
trabajamos en nuestra propuesta de música popular. Creo que acá hay una zona
turbia cuando el tango se interrumpe por la caída de Perón en 1955, donde había
una poética fundamental. Había una gran poesía, todavía subestimada, como
la de Cátulo Castillo u Homero Manzi y muchos más, que se frenó y derivó en lo
que hacíamos nosotros.
—¿De joven escuchaba tango?
—Yo vengo de una casa en la que la radio
era un elemento fundamental, la radio fue mi escuela y lo digo con mucho
orgullo, pero aún así, creo que nosotros no teníamos mucha información sobre el
tango. En los 70, cuando estaban Charly García, León Gieco o Víctor Heredia y
muchos más, creo que había cierta confusión entre el folclore y lo ciudadano.
Esa confusión fue la que produjo la retórica o la poética de las canciones. Hay
muchos libros hechos en donde se dice que nosotros cambiamos la música pero en
realidad no cambiamos nada. Sí es cierto que hubo canciones que fueron
apropiadas por la gente y están instaladas en el inconsciente colectivo.
—¿Cuándo empieza la relación
Piero-Tcherkaski?
—Allá por finales de los 60. Éramos
amigos y nos juntábamos en La
Perla , un bar del barrio del Once, en Buenos Aires. No
teníamos un mango, después empezamos a ganar algo de dinero, aunque
no demasiado. Cada uno sabrá cuál es su cuenta pero yo en lo personal no
tengo un mango. Había una cosa muy sana de fluir y no pensar tanto en lo
comercial, era distinto. Piero fue una figura muy popular en toda América,
incluso en Italia, pero éramos tipos comunes a los que no nos
mareaba nada. Sandro también era igual. Muchas veces cuando Piero entraba
después de él decía: “Bueno, se fue Sandro y entra Roberto”. Esa
separación creo que la fui asumiendo y por eso esa distancia entre lo que
hago y lo que soy. Algunos podrán decir que tengo un pensamiento muy
sofisticado pero creo que es al revés, me gustan las cosas simples.
—¿Cómo compusieron el inolvidable tema
“Mi viejo”?
—Con Piero lo hicimos cuando yo tenía 25
años, ahora tengo 70, aunque en realidad lo escribí cuando era adolescente
y se llamaba “A mi padre”. “Mi viejo” tomó partes de eso y Piero
siempre tuvo una confusión y es que decía que era sobre su papá y en
realidad es sobre el mío. Parece una discusión de niños pero es la verdad.
Lo que nunca me imaginé es que iba a ser una canción tan totémica con la
repercusión que tuvo y tiene. Mi madre, que no creía mucho en los dones que
yo tenía, un mediodía me dijo: “Nene, andá a la comisaría y decí la verdad
porque con esto vas a ir preso”. Pensaba que había cameleado que la había
escrito yo y ella, queriendo cuidar mi libertad, me aconsejó que fuera a la Policía.
Entre medios y canciones
José Tcherkasky es escritor y
periodista. Trabajó, entre otros medios, en el diario La Opinión , Clarín, El
Tiempo Universal, Editorial Cambio16 (España y Colombia) y Editorial Rizzolli (Italia y Argentina)
y fue secretario de redacción de la revista Siete Días. Entrevistó a
todo tipo de personalidades del arte y la cultura universal, entre
ellos a Peter Brook, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Lucas
Demare, Mario Vargas Llosa, Federico Fellini y Juan L. Ortiz, entre
otros varios grandes nombres. Es autor, además, del exitoso tema “Mi
Viejo” y otras canciones como “Pedro de nadie” o “Juan Boliche”, que
el cantante Piero hizo famosas por todo Latinoamérica y Europa.
También dictó una serie de cursos en el Centro Cultural Rojas, en
Buenos Aires; fue productor discográfico y autor de casi una veintena
de libros entre biografías, ensayos y crónicas. La palabra ínfima es
su primer libro de poemas.
Nota publicada en el diario El Ciudadano
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