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miércoles, 16 de diciembre de 2009

El actor rosarino Cristian Alvárez


por Graciana Petrone

Actuó en España con la puesta “El otro Galileo”, también en Uruguay, Chile y Paraguay. Recorrió gran parte del país con sus obras desarrollando humor, drama y arte escénico infantil.
“¡A mí no me la van a contar!”. Así, el actor rosarino Cristian Alvarez repitió el latiguillo de Enrique Santos Discépolo durante meses personificando al recordado tanguero y director teatral en su programa radial en la década del 50. Talentoso, atípico y comprometido, el artista reseñó sus comienzos en el escenario, las dificultades de los dramaturgos locales para forjar sus espacios y detalles de su reciente carrera sindical.

Alvarez comenzó sus estudios teatrales a los 11 años en la escuela Gurruchaga con Chuiqui González, luego tuvo maestros como Miguel Palma, Ana Barzola y Norman Brisky, entre otros. Es egresado del Taller integral de Teatro para Adolescentes y entre 1988 y 1994 fue miembro activo de la Agrupación Rayuela. En 1987 realizó su primera función profesional: “Fue en la que cobré por actuar ya que antes solo lo había hecho ad honórem”, aclaró. Asimismo, explicó que a partir de 1990 desarrolla el teatro desde distintos ámbitos con una postura “independiente” y de “auto gestión”.

“Hago todo el tipo de actuación y en el sentido amplio no tengo preferencias”, aseguró. En consecuencia, a la hora de destacar alguna obra realizada afirmó que no quiere ser injusto con sus compañeros de escena, no obstante evocó a“Tamoachán”, una puesta con una visión indígena de la Conquista de América en la que representó al bufón de Moctezuma. “Allí descubrí la trascendencia de actuar y el poder de encontrar una dimensión distinta del tiempo-espacio”, agregó.

El actor refirió también, que desde el 2007 se desempeña como Delegado Gremial luego que el Sindicato local estuviera cerrado por siete años: “Estamos en una etapa de transición, la labor actoral no tiene un reconocimiento justo”, dijo. Por lo que agregó que se viven “abusos” en cuanto a contratos, sean provenientes del Estado o de salas privadas.

Al referirse a los medios de comunicación, el actor los definió como un “círculo viciado y vicioso” y afirmó que no hay espacios para los artistas locales ya que para “el negocio de la prensa” promocionar espectáculos que no son conocidos no resulta redituable.

Actualmente, tiene propuestas para niños, recorre escuelas secundarias con versiones del Martín Fierro, El Lazarillo de Tormes y desarrolla funciones para adultos de humor y de teatro político basado en la vida de Discépolo. A mediados de este año dormó aprte del elenco del sainete “El Conventillo de la paloma”. Por supuesto, comprometido y acorde a su estilo actoral. “Y a mí… ¡A mí no me la van a contar! ¿Entendiste Mordisquito?”•

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