Noemí Escandell 2013- Foto, Sofía korol |
Desde hace más de 50 años Mimí trabaja para modificar, interpelar y transformar la realidad con cada una de sus esculturas, intervenciones y pinturas. Es una de las artistas plásticas más importantes del país y a diferencia de otros de sus colegas que emigraron a Buenos Aires o a Europa, ella eligió quedarse en la ciudad. Fue docente de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario desde 1964 hasta 2007 pero no descansa y actualmente sigue dando clases en el atelier de su casa de barrio Pichincha.
“Mimí pertenece a la historia del arte de Rosario y a la historia del arte argentino y, por otro lado, está aquí y ahora con una obra que sigue man-teniendo la vigencia de lo contemporáneo”, dice el cu-rador. Así, una puerta que lleva al “paraíso perdido”; una historia clínica real de un enfermo de HIV; un hombre y un pez que reflejan numerosas imágenes adentro de una pecera, intervenciones fotográficas y una imponente estructura vertical rellena con pelotas de fútbol son algunas de las piezas que integran una muestra que rescata sólo una parte de su extensa producción.
Caminos con historia
El recorrido de “Antológica” empieza con la ficha clínica de un enfermo de HIV, fechada a finales de la década del ’80 y que se exhibe por partes enmarcadas y colocadas una al lado de otra sobre la pared. Esa es la forma con que la ar-tista retrata una “tragedia” y habla, según explica, sobre la “cultura del hombre, de todo lo que el hombre hace en el dominio de la naturaleza y de cómo descubre que lo único que no puede dominar es su propia muerte”.
El paciente al que hace alu-sión Escandell no superó la enfermedad y es por eso que la obra siguiente se llama “Puerta al paraíso perdido”, casi como una continuidad de la anterior pero que busca, posiblemente, la salida hacia un mundo mejor.
Estas creaciones pertenecen a “Currículum vitae de los hombres y mujeres de la multitud”, una serie de trabajos que realizó durante los años 90, inspirado en las nuevas problemáticas sociales que surgían en vísperas del siglo XXI y el HIV era uno de los principales flagelos.
Cada una de las producciones de Escandell está perfectamente enmarcada dentro de un contexto social, histórico y político determinado: la realidad no le es ajena como tampoco lo son sus obras a la realidad. “El material con el que se construye su obra es la vivencia cotidiana, el aquí y ahora, más allá de si es óleo, bronce o madera. Esa cosa que tiene que ver con los medios de comunicación, con la información y con lo que ella experimenta en su propio tiempo”, asegura Echen.
En el primer piso del museo también se exhibe “Desaparecido”, una de las obras que tal vez mayor impacto social tuvo. Se trata de la intervención de una fotografía de “La Piedad”, de Miguel Ángel Buonarotti, a la que le borró la cara a Jesús y le puso un pañuelo blanco a la Virgen. Así, nuevamente el compro-miso con el entorno envuelve el arte de Escandell. Pero la lista sigue: entre 1977 y 1986 pintó un carro tirado por un caballo. “Este trabajo me llevó diez años de discusión”, asegura. Pero en realidad fue creado en un contexto en que las medidas económicas implementadas a partir del Golpe de Estado del 76 obliga-ron a los trabajadores rurales a emigrar a la ciudad junto a sus principales símbolos de pertenencia como son, justamente, el caballo y el carro.
Invitación - Foto obra "Desaparecido" |
(*) Nota publicada en el diario El Ciudadano de Rosario - Lunes 1º de abril de 2013.
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